Stop

Voy a escribir algo, pero aún no sé si lo voy a hacer en primera persona o en tercera. También podría considerar la posibilidad de hacerlo en primera persona pero del plural. Podríamos probar a ver cómo queda el relato. Podríamos proseguir el mismo incluyendo al lector, aunque éste se podría confundir creyendo que está incluido entre nosotros, dejando al texto sin lector y eso sería un despropósito que no nos podemos permitir. No, no me gusta porque da la impresión de conjunto que es opuesta a la unidad, no entendida ésta como singular cantidad sino como armonía entre la diversidad, es decir entre el texto y el lector, que es un posible motivo que lleva a éste último a acercarse a la obra del autor. Sin embargo en éste último caso, el lector también ha quedado al margen y no me puedo dar ese lujo. Creo que lo mejor es incluirlo desde el vamos y para ello qué mejor opción que incluirlo utilizando la segunda persona. Vas a ver que te va a gustar. Porque desde el momento en que lo empezás a escribir así es como que te estás escribiendo. Algunos lo usan mal. Te escriben usando la segunda persona pero en realidad vos no tenés nada que ver, el lector podría ser cualquiera menos vos. Acá es distinto, porque te estás escribiendo lo que te tenés que escribir. Aunque después no lo leas, eso es lo de menos. Lo que cuenta es que te dirigís a vos mismo con el escrito, pero no a tu otro yo, sino a tu mismo tú. Porque, ¿cuántos te pensás que sos? Sí, a veces abusás de la primera persona del plural y decís nosotros tal o cual cosa, pero lo hacés para incluir a algunos y excluir o diferenciarte de otros, ya que no tiene ninguna substancia. Los incluidos por vos en ese nosotros pueden considerarse afuera de él. Pero a vos no te importa porque seguís con la perorata. A nosotros, en cambio, sí nos importa. Y ahí es donde te quedaste afuera del relato, más precisamente frente a él. Hacé una cosa: metete en el relato y sé parte de nosotros. Así lo escribimos juntos y lo podríamos enriquecer, darle diferentes matices, cambiar de personas y de tiempos verbales para darle placer al lector entendido. Y si no lo entiende es porque se quedó afuera del relato y no supo cómo entrar, pero será problema de él que no querrá empatizar con el mismo como un médico que toma cierta distancia de sus pacientes. Tu caso es diferente al de él. Él que se joda. Capaz que dejó de leer hace rato y nosotros ni nos enteramos. Nosotros seguimos con el relato, no se lo contamos a nadie. Ni siquiera nos lo contamos a nosotros mismos, porque no es un cuento. En un cuento puede haber personajes y el lector probablemente se identifique con uno de ellos y ahí lo perdemos. O se lo gana el personaje que es peor. Además nosotros no somos el personaje. Capaz que creemos que lo somos por alguna semejanza y de ahí le seguimos el paso a ver a dónde nos lleva. Pero de manera contundente el cuento termina y nosotros quedamos a la deriva y capaz que buscamos indicios de continuidad en la siguiente obra del autor o en las cartas del tarot. Y vos no querés eso. Pero ahí, involuntariamente, te saqué, sin conocimiento de lo que dije. Porque por ahí estás muy interesado en el tarot y especulé con que no. Hagamos una cosa: si estás interesado en el tarot podés olvidar el relato y hacer que te tiren las cartas o, incluso, hacer un curso para tirarlas vos; en caso contrario, lo que escribimos no tiene equivocación alguna y aunque podríamos continuar escribiendo cosas maravillosas que nos deleitarían y serían fuente de goce a aquél lector que se adentre en la lectura de nuestro relato y proseguir durante tiempo indeterminado, lo vas a tener que hacer en soledad porque tengo turno con la tarotista.

Anuncio publicitario

Comente ad honorem

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s