El set

Me compré un set de destornilladores que constaba de veintiocho piezas. Estaba ansioso por estrenarlo, por lo que me puse a desarmar el televisor. Estaba lleno de tierra así que decidí limpiarlo con el soplete. Como éste no funcionaba del todo bien, lo desarmé. Adentro encontré una colección de monedas que su anterior dueño escondió de la curiosidad ajena. La revisé y me faltaba una pieza para la colección completa. Recordé que la mesa estaba desnivelada así que aproveché la ocasión para desmontarla. ¿Qué más podía desarmar? Tenía la play, dos controles remotos y una calculadora científica. Los destornilladores respondían a todas mis apetencias. Bueno, no a todas. Se me apeteció un café y me lo tuve que preparar. Pero la cafetera tenía varios tornillos que podían servir para darle utilidad a una pieza del set que aún no había utilizado. Y lo hice. Después desmonté la biblioteca y de pasó leí un libro que aún no había leído. Era bueno. Creativo y original. El título no me decía mucho. “Poco”, se llamaba. Desarmé la linterna y, para mi sorpresa, dentro había un manual en inglés de cómo alcanzar la iluminación. Con el aparato. Detallaba el tipo de pilas que se debía utilizar para ello, pero no aclaraba si con ello se llegaba al nirvana. Encendí la radio y sintonicé una emisora de rock. Cuando me cansé de oírla, la desmonté. Fue gratificante pues tuve que utilizar tres destornilladores distintos para hacerlo. La habitación estaba llena de tornillos y piezas por doquier. Tenía varias cerraduras que podía desarmar y, para no parecer perezoso, lo hice. Desarmé todas las sillas de la casa y a algunas incluso les quité las rueditas. Desarmé la cama y luego el mouse y el teclado de la computadora e incluso la computadora misma. Después con el monitor hice lo propio. Me había preparado mate y casi sin darme cuenta reparé en que el mate tenía un tornillo. Lo quité. De allí se desprendió una tapa que quité con cuidado. Adentro había un pequeño pasadizo. Metí la mano y saqué una enciclopedia. Estaba manchada con yerba. Seca. Agarré un trapo y la limpié. Luego, la coloqué junto a los libros en el suelo al lado de la biblioteca desmontada. Al  parecer, el termo también tenía un par de tornillos que mi curiosidad y mi ansia por emplear todas las piezas del set hizo que los retirara. ¿Y qué había detrás? Recortes periodísticos. Estaba lleno de ellos. Los quité al principio uno por uno, pero luego los fui retirando de a varios al mismo tiempo. La habitación se había llenado de recortes de diferentes diarios. No tenía tiempo de leerlos, aún quedaban tornillos por retirar. Había una vieja lámpara de la cual retiré siete tornillos que no me dieron demasiado trabajo. Sin embargo, me llamó la atención que uno de ellos tenía una ranura diferente a todos los destornilladores del set. ¿Ahora qué hago?, me cuestioné. La misma era dentada y no podía utilizar ni los de tipo paleta ni los phillips ni los estrella. Medité largo rato sobre cómo quitar ese tornillo y se me ocurrió que una pinza podía sustituir el destornillador que me faltaba. Lo logré, no sin dificultad. Guardé el tornillo en el bolsillo para llevarlo luego a la ferretería para ver si conseguía el destornillador necesario para atornillarlo nuevamente. Antes de desarmar el teléfono, hice una llamada al azar, para darme el gusto de probar su funcionamiento. Me atendió una señora que dijo llamarse Elvira, quien me dio un poco de pena mandarla a la puta que la parió, pero no tuve más remedio ya que no quería cortar y yo tenía prisa por desarmar el aparato. Luego de hacerlo recolecté dieciséis tornillos más. El celular me costó un poco más desarmarlo, pero pude canalizar mi deseo con él. No puedo negar que lo que mayor trabajo me dio fue el lavarropas. Con él estuve trasteando una larga hora, o tal vez más, hasta separar pieza por pieza. Ya estaba todo casi listo, cuando recordé que los interruptores de luz y los tomacorrientes tenían unos cuantos tornillos que los conformaban. Después de quitarlos uno por uno, el proceso estaba concluido. Había utilizado las veintiocho piezas de mi nuevo set y tenía la alegría de un infante con su nuevo juego. Saciadas mis pretensiones, tenía mucha sed por lo que me preparé un destornillador para beber. Bebí un sorbo y comprobé que se me había pasado un poco la mano con el vodka como sospeché. Tras beberlo, un pensamiento acudió a mí con urgencia: ¿me faltará algún tornillo?

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