Naturaleza muerta

Un escritor, versero, versado
decía, declaraba, enfatizaba
que la actual sociedad actualizada
ya no vive en la naturaleza
debe ser por lo virtual del mundo
y no por la amarga cerveza;
lo decía respirando esquirlas
tanteando el cuerpo de látex
de su mujer, madre de dos cráteres
viajando en naves celulares
imaginando porongas siderales;
comía, dícese se alimentaba,
con teclados, pantallas y vitrales
en su casa, su chalet, tan grande
como una mentira, qué macana,
decorada su fachada con pinturas
que la sombra de dos árboles tapaban
eran ramas que nadie ya observaba
en un mundo donde el sol ya no contaba.
La tierra que traía el viento de a poco
la barrían marionetas estatales
y algunas se pegaban en sus mocos,
el agua que la lluvia no escondía
derivaba por alguna alcantarilla,
los perros y los gatos vecindarios
no salían en las tapas de los diarios,
las ratas y gorriones en cordones
recogían su alimento de limones
de paquetes de snacks o botellones.
Pero todo aquello no importaba
en las redes otras cosas publicaban
porque el hombre tan sólo se inspiraba
en palabras e imágenes proyectadas
como en un cinematógrafo de antaño
y por ello cuando se sentaba al baño
el buen hombre a sus libros les daba
ese toque de humor que los caracterizaba
pues él no los escribía, los cagaba.

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