No me nombres

-Tengo un problema con los nombres. Confundo los nombres. Pero no es que confunda la identidad de la gente, no, no es eso. Lo que confundo son solamente los nombres. Por ejemplo, lo quiero llamar a tu hermano que sé que se llama Osvaldo, pero cuando lo quiero nombrar me sale Rolando. Eso me pasa. A Juan no lo confundo, aunque a veces lo llamo Beto; pero con Beto nunca me equivoco, salvo cuando le digo Jorge. A María le digo Rosita, o Vero, hasta Fernanda. La miro a los ojos y pienso en María, pero cuando llega el momento de nombrarla me sale Fernanda, no sé por qué será. Ya consulté con un especialista, me dijo que es una alteración mnemónica, que con un poco de ejercitación se puede mejorar, pero a esta altura para qué. Me quería dar una píldora para la memoria pero le expliqué que yo no olvido las caras de la gente, ni siquiera los nombres; simplemente los confundo. A Rosa la llamo Vale o Ale; a Alejandra le digo Virginia y a veces la llamo Malena. A Valeria no la confundo porque le digo nena. Los hombres la hacen fácil porque le dicen Che a todo el mundo, entonces ahí no hay nada que confundir. A Ernesto le digo Eusebio y a éste le digo Esteban, de quien nunca me sale llamarlo así, por eso lo llamo Sebastián. Los nietos son los que más me cuesta llamarlos por sus respectivos nombres, debe ser porque son recién llegados. Joaquín tiene 4 y lo llamo Manuel. Eva el otro día cumplió los siete, pero le digo Nati o Nadia. ¿Ves? Cuando pienso en ella me sale el nombre sin problemas, pero el tema es cuando la quiero llamar, Nadia vení con la aba, le digo. A Teresita que tiene 5 añitos le digo Sofi, debe ser porque me recuerda a una tía muy linda que tenía que se llamaba Serena, a la que le decía tía Sofía. Y a Sofía la llamo Claudia, pero a ésta le digo Clara o Candela, nunca Carolina. De Cecilia nunca recuerdo el nombre y le digo Elvira, pero a Elba la llamo con un apodo, Diva, que es como le dicen a Elsa. Los géneros nunca los confundo, puedo confundir un Rómulo por un Norberto, pero nunca por un nombre de pila femenino ni viceversa. A Álvaro suelo decirle Alberto o Ariel, pero nunca Amparo a quien cuando la quiero llamar le digo Andrea, nombre que nunca me sale cuando quiero nombrar a Adela, hoy finada. El doctor me dijo que es un desvío cognitivo. Yo no quería ir al doctor, pero Carlos me insitió. No, Carlos no, fue Sergio, Héctor quise decir. Me pidió que lo haga por la salud de todos, por eso fue. Pero no mejoró nada. A Mario le sigo diciendo Ramón y a él Sandro. No sé desde cuándo arrastro este pequeño trastorno, aunque el doctor dijo que era un desorden nomás. Me quedé tranquila, pero hay veces que más de uno se ha enojado porque le confundí el nombre. El otro día, sin ir más lejos, a Hugo le dije Bruno y se levantó y se fue. Y ni hablar cuando a Silvia le digo Luisa, qué va, hay que verla cómo se pone, negra de la bronca. Pero bueno, después se le pasa, pobre. En fin, ¿Querés un tecito, Mariano?
-Roberto, tía.
-Sí, perdoná, no sé en qué estaba pensando.

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