Y en otra charla descontracturada llena de contracturas
nos bajamos unas facturas, del gas llorábamos facturas
con sangre, ludor y ságrimas, desvariando para variar
¿Alguien fabrica buzones? Nosotros se los vendemos.
Es que lo desconocemos, por eso le preguntamos
será tan bueno avanzar, ¿nosotros a dónde vamos?
No lo sabemos nosotros, nosotros sólo sabemos
que su locura, paradójicamente mental, lo curó.
¡Qué lo tiró, qué lo tiró! Gritaba rítmica la religión
y era un caballo alazán, su porfía del carro lo tiró
acometió pagar cometas, le reclamaba la comisión
quién sabe si agitó o sorbió, no se supo si enfermó
pero nadie al fin comprendió, cómo fue que murió:
era alérgico a la salsa de caballa. Tenía ají, puta parió.