La quinta encarnación

Thor, o el dios del trueno, también tuvo su crisis existencial, como cualquier inmortal. Se dice en alguna biografía publicada en los países escandinavos que el mismo dios encarnó en la figura de una princesa, hija de un rey tirano, y que decidió por motus propio recorrer los caminos de la perdición, de drogas y de alcohol. Una noche, yacía en los brazos de un soldado de Odín, tras descontrol orgiástico, le confesó a éste pasada de opio que era la quinta encarnación de Thor. Nadie dudaba ya de su irreversible deterioro cerebral, por lo que la leyenda nórdica la homenajeó con el mote de Thorquemada.

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