En el mundo hiperconectado tenemos que reaprender a despedirnos, decirnos chau o hasta la próxima nos recuerda que el tiempo, el nuestro, no es infinito y las personas pasan y no siempre están. Y si están, no están siempre igual, más allá de la forma que es lo más estable en cada uno. Conocernos es reconocer lo cambiante sobre lo que no cambia, reconocer las virtudes propias y ajenas. Y al despedirnos algo nuestro se va con esas personas y algo suyo se funde en nosotros, y en esa homogeneidad entre la diversidad celebramos la unidad vital.
Por eso hoy les digo hasta el año que viene ( y en los próximos en los que tengamos por suerte encontrarnos ).
¡Feliz año!
Fotografía: Manu Coca