Hoy vi con curiosidad un niño con vestimenta y comportamiento de adulto. La crianza que le habían dado a Albert había salteado etapas que en otros se veían con mayor claridad.
Albert claramente era un niño, incluso por su estatura, pero su conducta reflejaba la de cualquier adulto modelo, al menos de esos modelos que buscan influir sobre los demás. Esto me hizo sospechar, no ya del pobre Albert que difícilmente saldría de las garras de la programación recibida y, probablemente, la emularía con lujo de detalles, sino de que cualquier adulto que se jacte de tal sólo está emulando la conducta estereotipada y catalogada como de adultos, por niños que perdieron su infancia.
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