El silencio puede a veces ser una buena fuente de inspiración, el silencio entendido como soporte sonoro de todo ruido, parloteo, movimientos, etcétera, que son, a su vez, fuente de inspiración para otros, o para aquél mismo que se inspira en el silencio en una mezcla feroz de lo que la vida contiene y de lo que por vida se entiende. Pero Abril prefería buscar la inspiración en otras cosas que no eran cosas, tales como momentos o situaciones vívidas o vividas, imaginadas, creadas o recreadas.
Abril componía poesía con armonía. Unificaba versos como el universo vivifica las palabras divinas. Su talento crecía lento, pero de un modo sostenido por ser tenido vivaz, en un incómodo trayecto cargado de penas, alegrías, sinsabores, malestares, furias y euforias, propias e impropias. Se apropiaba de su decir, tan es así que el canto de Abril llegaba más allá de sus veintipoco abriles hacia la primavera donde el cantar florece. Y crece con cada estrofa, su obra no se malogra, se extiende a través del espacio, discurriendo suave y despacio como nubes intocables, visibles, incalculables, que dan forma a lo inexplicable, firmando frente al magno firmamento con su estirpe, regia poetisa, poetizando la aurora, el ocaso, decorando cada paso, cada gota de rocío y cada nota con su canto, estampando su semblante en su andar estimulante ( a la vista y el olfato, y al sentir por el buen gusto ) que no oculta sus disgustos, y andando viaja escuchando: ¡miren mundo, el sol fecundo, ilumina el candil, ahí va Abril!
Fotografía: Manu Coca
Es maravilloso cómo escribes. Saludos!
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Muchas gracias Ali. Me alegra que te guste lo que voy publicando.
Un beso!
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qqq👏👏👏
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Abrazo Pippo!
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Me ha encantado, tu uso del lenguaje atrapa al lector seducido tanto por lo expresado como por la forma. Gracias
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¡Gracias amigo! Me alegra que lo expresado llegue y te guste.
Un abrazo.
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