En sociedad las operaciones matemáticas más básicas, como sumar y restar, son las que le dan el tinte de color a lo existente. También están aquellas que dividen y conquistan, y aquellas que multiplican los panes, pero eso es más complejo.
En cuanto a las operaciones habituales, por ejemplo, hay gente que resta. Y eso está mal, hay que sumar. Porque restar es fácil: tengo algo y le voy sacando. Un codo, pelos, uñas. Eso lo hace cualquiera, lo difícil es sumar. Por ejemplo, tengo un cuerpo desnudo y le sumo un par de medias, una bombacha y dos anillos. O tengo un cuerpo y le sumo otro y hacemos una pareja. Le sumo cuatro y ya tenemos una orgía. Le sumo cien y tenemos una muchedumbre. Le sumo miles y tenemos una nación. Si tengo una palabra y le sumo otras tenemos una oración o una frase, sigo sumando y tenemos un párrafo. En cambio, si seguimos restando corremos el riesgo de quedarnos sin humanidad, sin pueblo, sin amores, sin poesía, sin punto final.
Buenísima, Leo. Chapeau!!!!!
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¡¡Muchas gracias Eva!! Un beso.
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Es mejor sumar que restar (Y vaya que me costo una enormidad aprenderme esas operaciones básicas)…
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Y que el balance cierre.
Un abrazo!
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Y que no restemos palabras hasta que nos quedemos sin letras. Un abrazo, Leo.
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Así es. Gracias por el aporte.
Un beso Jezz.
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