Cuerpos

Una vela apagada sobre la mesa
una sonrisa cálida frente a la acera
tus manos juegan con cierta destreza
mi voz distingue una palabra de cualquiera.

Tus labios se humedecen con los míos
surcan los pensamientos como los ríos
que entre orillas llevan dulce a la par
transmutando en minerales sales del mar.

Y se funden nuestras almas un momento
se confunden nuestros cuerpos, nuestro sexo
las miradas casi pierden el contexto
en el goce nuestro tacto es mandamiento.

Los placeres buscan nuevas expresiones
que se plasman en inarmónicas canciones
generando más tensiones que el hastío
todo sea por contrarrestar el frío.

En tu boca se disloca el filamento
quien hilara, con un beso, pensamiento
que tensara como presa de remordimiento
y mordiera de esa carne el alimento.

El reflejo del amor se da en el roce
en las piernas que al momento buscan pose
en las yemas de los dedos que acarician
en las lenguas que al tocarse nos envician.

El instante se prolonga tras la calma
es la imagen más oblonga de la cama
queda al margen esa historia del pijama
se retuerce la memoria de tu alma.

Se desviven en el encuentro los latidos
desfallecen de epicentro, tan temidos,
los dolores tan feroces sin sabores
que se pierden, en el clímax, los temores.

En tu pubis yacen viejas ilusiones
que realzan miríadas de alucinaciones
que contrastan con reales ensoñaciones
expectantes de dar cauce a las fricciones.

El averno es la impaciencia de los males
las miserias siempre fueron terrenales
nos redimen los fluidos corporales
en el cielo no seremos animales.

 


Fotografía: Manu Coca

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