Una tarde de lluvia tenue, se encontraron un sapo y una oruga en el cordón cuneta de la calle Alem. La oruga se quedó mirando la fisonomía del sapo con curiosidad, mientras este cazaba al vuelo una mosca.
-Disculpame -le dijo el sapo a la oruga que prestaba atención a los detalles de la escena-, es que hoy no desayuné.
-Te entiendo -sostuvo la oruga-. A mí no me pasa porque siempre tengo alimento cerca, salvo que me manden al exilio en un desierto o a un octavo piso. Pero, ¿Nunca pensaste que esa mosca pudo ser una gran personalidad o una gran moscalidad en su caso, y vos te la devorás así tan a la ligera?
-Sí, lo pensé, pero la cadena alimenticia es así, qué le vamos a hacer. Cuando hay hambre, hay hambre hermano.
-Se nota que no te preocupa -dijo la oruga mientras ascendía a la vereda, por si las moscas-, no obstante, quizá esa mosca fue un ancestro tuyo antes de ser mosca, puede haber sido tu tátarabuelo ¿no te parece?
-No lo creo, los sapos somos siempre sapos, y en contadas veces, somos príncipes. ¿Pero moscas? Ni siquiera como castigo divino sería posible. Además, ¿vos qué sos, defensor de moscas y ausentes?
-En absoluto -dijo la oruga caminando hacia atrás-. Puedo ver que tu entendimiento en esta materia es muy limitado, querido amigo, sin embargo ¿No creés en vidas pasadas? ¿No pensaste que antes de esto pudiste ser otra «cosa»?
-Creáse o no, antes fui profesor de aeróbica, censista, bacán, peluche, licenciado en química, trapecista y médico de cabecera; pero siempre en condición de sapo, antes no recuerdo. -dijo el sapo dando un saltito hacia la oruga, que ya había empezado a trepar un cedro.
-Si, puede ser, pasa que olvidar es tan común como recordar. Pudiste haber sido además de príncipe y luego rey, un sultán o un zar, pero hombre.
-¡Qué sé yo!¡Es creer o reventar! -exclamó el sapo con entusiasmo.
Y eso fue lo último que dijo, antes de que lo aplaste un auto que estacionaba en el lugar.
Caray Leo, por un momento pensé que el sapo se despediría decentemente de la oruga, y luego se la comía. Aún estoy limpiando restos de sapo de mi imaginación.
Salud, cuídate mucho.
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Un abrazo Alois. Cuida mucho esa imaginación talentosa ( sobre todo de restos de sapo ).
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Sin palabras me has dejado,vaya final tan inesperado
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Gracias. ¡Saludos!
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