ANTE TODO, PAN

No sé si volvió el asado y el choripán
O vuelven los globos y el tulipán,
Si vuelven los forros y el sacristán
O vuelve el ring y Karadajián.
Será que vuelven los que no están
Vuelve Gardel y vuelve Yabrán
Pero el destino de los que van
No es volver sino irse (a Kazajistán).
De lavar copas luego vendrán
Y aquí contentos los aplaudirán.
Luego en su ingenio algunos dirán
Que en las vitrinas se exhibirán.

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Organigrama de una semana complicada

atenuada por un salvoconducto

Día 1
Desayuno Osho bajo en calorías
El almuerzo y la merienda lo podemos atravesar con memes que remiten a Simpsons
Cena Wayne Dyer

Día 2
Desayuno Pilar Sordo
Almuerzo Rolón para hipertensos
Merienda light Bucay
Cena libre ( excepto Lapegüe )

Día 3
Desayuno Estados de WhatsApp
Almuerzo goles del 74
Merienda Frases de entrevistas a Borges
Cena El don Juan de Carlos Castaneda

Día 4
Desayuno memes positivos o positivistas
Almuerzo escenas de pugilato de Mauro Viale
Merienda salteado de videos de mascotas
Cena Los cuatro acuerdos de la sabiduría tolteca

Día 5
Desayuno El poder de la atracción
Almuerzo compost de selfies
Merienda Bucay hard
Cena Ensalada de bloopers de Crónica

Día 6
Desayuno memes que no den qué pensar
Almuerzo ayuno o pregunte si está Mateas
Merienda videos que desmienten la gravedad
Cena Pilar Sordo para inocentes

Día 7
Desayuno historias que no cuenten nada de ig
Almuerzo salpicón de fake news o rumores presentados como noticias
Merienda tour virtual a Guanajuato
Cena Tratado del libre albedrío

VENÍA SILBANDO UNA CANCIÓN

Perdiste al truco
Se quemó el pesto
Qué bajón, qué bajón

Quemaste el sueldo
En una noche
Qué bajón, qué bajón

Comimos cerdo
Con aguardiente
Qué jamón, qué jamón

Se nos fue el sueño
Y las ilusiones
Que bajón, qué bajón

Cantaste el tango
En el desierto
Qué bajón, qué bajón

Le sacó el jugo
A las naranjas
Qué cajón, qué cajón

Se trepó al bingo
De la nostalgia
Qué bajón, qué bajón

Manchó con tinta
Las margaritas
Qué bajón, qué bajón.

LA PARADOJA DEL GLIPTODONTE

Un gliptodonte se encontró con un tatú carreta en un médano y le preguntó por el camino de regreso.
-Tenés que volver sobre tus pasos. –le dijo el tatú carreta.
Pero el gliptodonte no sabía lo que era retroceder, porque sólo caminaba hacia adelante. Entonces le preguntó cómo podía hacer para volver pero caminando hacia adelante.
-Caminá en círculos trazando una espiral descendente. –le dijo el tatú carreta.
Pero el gliptodonte no sabía doblar al caminar, porque sólo caminaba hacia adelante.
Entonces le preguntó cómo podía volver pero caminando hacia adelante.
El tatú carreta ya se había cansado de los problemas que tenía el gliptodonte, por lo que le respondió:
-Caminá en línea recta. Tarde o temprano, vas a regresar al punto de partida porque el mundo es circular. –dicho esto, el tatú carreta se fue y lo dejó reflexionando al gliptodonte.
El gliptodonte, sin muchas opciones, se dispuso a caminar en línea recta, porque sólo caminaba hacia adelante. Y caminó y caminó y caminó, hasta que se topó con un acantilado de veinticinco metros de altura y, no pudiendo doblar ni retroceder, pues sólo caminaba hacia adelante, se murió de inanición y junto con él se extinguió la especie que hoy día se recuerda con cariño en nuestros museos naturales.

Si no lo cura el espanto

Entra un matrimonio de locos a la cervecería, se sientan y los atiende la camarera.
-¿Qué van a pedir?
-Para mí doble faz. –dice el loco.
-Yo quiero una docena de rosas sin espinas. –dice la loca.
La camarera se queda descolocada.
-Disculpen, pero esto es una cervecería.
-¡Ah perdón! –dicen los locos.
-¿Van a pedir algo? –pregunta la camarera.
-Para mí doble faz. –dice el loco.
-Yo quiero una docena de rosas sin espinas. –dice la loca.
La camarera se queda estupefacta. Luego, reflexiona y les dice:
-Bien, ya regreso.
El matrimonio de locos conversaba entre sí, hasta que llegó la camarera.
-¿Quién pidió doble faz? –preguntó.
-Yo. –dijo el loco.
La camarera le sirvió una pinta de cerveza.
-La docena de rosas sin espinas que pidió. –le dijo luego a la loca, sirviéndole un jugo exprimido de naranjas.
-Muchas gracias. –dijo la loca.
La camarera se fue con una sensación de triunfo.
Al rato, el loco la llama. Esta se acerca a la mesa y pregunta:
-¿Quieren la cuenta?
-Preferimos viajar en subte. –dice el loco.
-Por favor, ¿nos traería el equipaje? –exige la loca.
-Con mucho gusto. –acota la camarera y se va.
Al ratito vuelve y les trae la cuenta a pagar.
-Aquí tienen el equipaje. –les dice dejando la cuenta sobre la mesa.
El loco la mira detenidamente y observa:
-Tiene errores de ortografía garrafales y la suma da mal. Está aprobado, pero para la próxima estudie un poco más. –dice el loco.
-Usted tiene talento, alumna, pero debería explotarlo para sacarle el jugo a su inteligencia. –dice la loca.
La camarera se queda pensativa.
-Lo haré, y me voy a cuidar en las comidas, poca sal y todo magro. Muchas gracias doctores.
Los locos se van. La camarera se quedaba recogiendo las copas y limpiando la mesa y, mientras lo hacía, un hombre vestido de Batman le pregunta:
-Disculpe, ¿a qué hora se sirve el café en este sepelio?

Kant, el filósofo

La tarde caía levemente sobre los techos, los tejados y el río, manchando de sombras alargadas la tierra y las callecitas. Las últimas aves jugueteaban revoloteando en el cielo o sobre los eucaliptos más altos. Kant se preparaba para pasar la noche en un cantero, para soñar con otros parajes, luego de haber corrido autos y motocicletas durante todo el largo día. El negro de la noche lo ocultaría de cualquier peligro que asomara. En el Coliseo Rumano se sentaban a beber cerveza y a comer papas fritas los primeros en llegar, como Elpidio y Noyo, celebrando la amistad tras la jornada laboral que a algunos dejara exhausto. Para otros, era rutina mecánica. La cuestión pasaba por la recreación, por el despeje mental de los asuntos cotidianos y el divague labial al que sucumbían hablando de bueyes perdidos o tesoros encontrados. Elpidio sugirió sentarse en la mesa bajo la palmera, pero Noyo lo contrarió y al final se sentaron frente al gran ventanal que daba de frente a la entrada del bingo, desde donde veían desfilar los ánimos de quienes entraban y salían, alternando entre desconsuelo y euforia disimulada. Cada tanto, Kant levantaba el hocico para observar el paso de algún peatón que caminara cerca del cantero.
Pidieron dos pintas, ipa Elpidio, amber Noyo, y una fuente de papas cheddar que demoró más de la cuenta en llegar, casi cuando habían terminado de beber la primera ronda de cervezas y encaraban la segunda.
-Qué hambre que tenía. –exclamó Noyo con las papas en el buche.
-La música que pasan en este lugar es lo que me hace venir una y otra vez. –dijo Elpidio, echando un vistazo al ambiente, en el que se veían cuadros decorando las paredes y hasta un maniquí de futbolista del Real Madrid en un rincón. En cuanto se quisieron acordar de un gol de Ramos en la final, ya habían entrado en lo más apacible de la noche sin preguntarse qué estaban festejando.
-Yo lo encuentro todo positivo. –esgrimió Noyo, tragando lo masticado.
-Sí, pero no podés mirar todo con un cristal de esa tonalidad, porque si no, en realidad, lo que ves no es la cosa en sí, sino que te quedás observando ni más ni menos que sólo el cristal. –acotó Elpidio. A su lado pasaba la camarera con la bandeja cubierta de cervezas.
-No te entiendo. –se excusó Noyo, invitándolo a explayarse en el asunto.
-Mirá, hay cosas que de acuerdo al contexto serán positivas o negativas, no hay absolutismos en la cultura –explicó Elpidio en un tono que daba a entender que sabía de lo que estaba hablando.- Te pongo un ejemplo: la improvisación. En la música, es una virtud para el aplauso y la ovación; en política, un bochorno para el escarnio y la detracción. –Noyo escuchaba como quien escucha el pronóstico del tiempo de otra ciudad en la radio.
-E incluso esto puede invertirse –prosiguió Elpidio besando la ipa que estaba fría como un témpano- y darse la situación de que una improvisación musical parezca un espanto acústico o, en política, una maniobra eficaz para sortear dificultades.

-Entiendo lo que decís, pero yo me refería al contexto, en particular, y a nosotros en general.
-Sí, lindo lugar para pasar un buen rato, para distraerse y aflojar tensiones.

Tras unos minutos llegó Elvira, dejó la cartera sobre el respaldo de la silla y se sentó con aquellos. Cuando se acercó la camarera, pidió un jugo exprimido.
Kant se levantó de su letargo para perseguir a una hembra de pelaje blanco que paseaba atada por una correa a la mano derecha de un anciano. Luego de unos metros y de olisquearse entre sí, pegó la vuelta para reacomodarse plácidamente en el cantero.

-¿Sabés por qué es más importante lo que sentimos y lo que pensamos que lo que nos rodea? –inquirió Elpidio a sus interlocutores, aunque mirando a Noyo, que observaban el panorama del lugar. Elvira se quedaba con el mobiliario mientras que Noyo prestaba atención a los adornos que colgaban o bien del techo entre luces o bien de las paredes entre cuadro y cuadro.
-Porque es ahí donde vivimos, en la mente y en el corazón, tanto en los propios como en los de los demás. –esgrimió Elpidio, para perderse con la mirada en el tránsito de la calle, que a esa hora era pausado, lejos del trajinar de las tardes donde todos buscan volver rápido a sus hogares o llegar a tiempo a los negocios que esperan cerrar a horario.
-Ser feliz es el mejor negocio que podés hacer. –escupió Noyo, casi para sus adentros, que sólo Elvira escuchó y asintió con una sonrisa.
De repente, cuando los tres ensayaban un brindis en honor a la amistad, ingresó por la puerta vaivén un hombre vestido de traje con carpetas y unos papeles en la mano, acompañado por dos agentes de la policía. Elpidio se quedó observando las luces de los patrulleros. El hombre de traje discutió con el encargado del lugar por un breve lapso, atrayendo las miradas. Luego, completó un acta con birome y le anunció a los presentes que el Coliseo Rumano quedaba, desde ese momento, clausurado. Todos lamentaron el episodio, recogieron sus pertenencias y se marcharon lentamente al tiempo que la música moría en un silencio retórico que cursaba en las preguntas que se hacían todos.
Noyo se despidió y se fue caminando. Elpidio y Elvira se fueron cada uno en sus respectivos vehículos, quizá a dormir, quizá a beber, quizá a soñar, mientras en el cantero, Kant soñaba con prados en los que corría ovejas llevándolas al corral.

Penoso

Se escapó convicto del penal de Godoy Cruz. Lo tenía que patear y evitó con un par de gambetas el accionar policial que lo obligaba a ejecutar la pena máxima. Ahora piden su captura internacional y se estima le darán como condena la pena capital: una inyección letal. Una verdadera pena que se pudo haber evitado si cumplía con su deber.

Pelo


Dormirse, levantarse, andar curioso
Amable, irritado, fraternal, lascivo
Moribundo, vivaz, profundo, altivo
Inquieto, tenaz, cansado, perezoso.

No ver un más allá más que el reposo
Mostrarse ebrio, contento, pensativo
Locuaz, torpe, mordaz y reflexivo
Enojado, triste, avaro, generoso.

Huir el rostro que evoca el espejo
Comer un día todo lo que cabe
Perder, soñar, encontrar un reflejo;

Ensuciar cosas y que otro las lave
Amar, odiar, coger como conejo;
Esto es vivir, quien no murió lo sabe.

Curiosidades del fulbo

Los laureles se los lleva el hincha, los trofeos quedan en la vitrina.
El hincha tiende a ser como el futbolista, pero no cualquiera, sino Cuadrado.
En cambio, el futbolista le da a la redonda como los dioses del Olimpo.
Olimpo juega a las copas, Redondo tenés los pies.
Cristiano ateo tiene un dios aparte que lo idolatra y a Teófilo Cubillas lo apartaron en el relato desde que colgó los botines, quedando en cuclillas.
Aparte, el relator exagera y mete palabras rimbombantes con aire intelectual que al espectador lo hacen soñar.
Y como sueños nunca faltan, lo mejor es dormirse en los laureles.

Agujeros en la Historia

Hasta que se instituyó la muerte, antes la gente no moría. Había algunos que llegaban al millón de abriles. Bueno, es un decir porque el calendario era cosa del futuro, no se contaban los días por aquel entonces. Pero así como Matusalén llegó a las 980 velas sopladas en su juventud, otros no constatados en la historia ( justamente porque era muy común ) veían brotar arces y fresnos durante eones.

Ilusión de permanencia

La situación escapa del cuadro
se sale por los bordes del marco
se despliega pintando las paredes
abarcando en un sinfín las construcciones
hasta ocupar el mismísimo universo,
complejizando así todas las cosas
que pasaran de ser cosas sencillas
a ser algo que ya nadie comprende
quizá algún profesor de física
o un erudito, o un metafísico
que lo explique con palabras curiosas
o con algunos conceptos elocuentes
para que vos lo creas o lo intentes
que en el cosmos novedosas apariencias
son profundos movimientos de conciencia
y desde lo más pequeño entre lo pequeño
interpela a lo más grande entre lo grande
aún desde la gota evaporada del rocío
enamora a la majestuosa montaña
desde el canto del zorzal por la mañana
hasta el vuelo ancestral de la paloma
va mostrando la fresca sensación
que aniquila cada noche la guadaña
como el renacer del niño que se asoma
al contexto que lo pone en situación.

Los libros y la perspicacia

Hoy quise agarrar un libro con la premisa de que “los libros no muerden” y fracasé. Es decir, agarrarlo fue todo un éxito pero a la hora de la lectura resultó un rotundo fracaso, ya que quería despejar las ideas y éstas, con porfía, no hacían más que concentrarse. Y por si fuera poco, cuando lo quise dejar en la biblioteca, el susodicho me dio tal mordiscón con sus páginas que me abrió un dedo. Aunque me dolió, podría decir que la saqué bastante barata, máxime teniendo en cuenta el título del libro: Tiburón.

Cadena alimenticia

Los pobres, para salir de sus penurias, quieren ser ricos, los ricos, para salir de sus miserias, quieren ser millonarios, los millonarios, para salir de sus bajezas, quieren ser multimillonarios, y los multimillonarios lejos de querer salir de alguna condición humana que no alcanzan a percibir quieren que no haya tanto dinero circulando por ahí lejos de sus fauces.

Diálogo y cansancios

¿Está cansado de lidiar con la estupidez de la gente? Venga a visitarnos. Tenemos tabletas, computadoras, televisores, radiograbadores, licuadoras, secarropas y multiprocesadoras para que pueda lidiar libremente con la estupidez de las máquinas. Atendido por los más versátiles robots del condado.

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Cansado en la contemplación al considerar que por aquí todo era una soberana mierda, se marchó buscando un mejor destino a 25 mil kilómetros, donde pudo comprobar con deleite, asombro y fervor que el factor fecal es universal y no pudo evitar las reminiscencias que con sutil aroma evocaba su fétida memoria.

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Tenemos que formar el club de los «decepcionados de todo» y no permitir que se afilie nadie, por si acaso se crean expectativas y/o ilusiones con algo tan nimio como la sensación de pertenencia y/o afinidad.

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Cuando son chicos sólo quieren jugar, después olvidan lo que (que lo) hacen.

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-Doctor, ¿Qué padezco?
-Codo de tenista, pie de atleta, billetera de futbolista amateur.

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-Dos tomates.
-¿Qué más, señor?
-Nada más. ¿Cuánto es?
-Cien mangos.
-Ahhh ¿pero vienen del Japón? ¿Los cosechan con barbijos de neoprene? ¿¡Dos tomates, cien mangos?! ¿No se te pone la cara del color del tomate de vergüenza? ¡Cuestan un huevo!
-No, un huevo está ochenta, señor.