-¡Ding ding dong!
-Sí, ¿Quién es?
-jo jo Santa jo jo.
-¿Santa Fe? ¿Santa Cruz? ¿Santa Catalina del Monte?
-Quizás ustedes me conozcan con el seudónimo de Papanuel.
-No me suena…pero de todos modos, ¿Qué desea?
-Al contrario, vengo a cumplir SUS deseos.
-O sea que viene a ser como una especie de genio. ¿Usted también salió de una lámpara?
-No señora, yo vengo del norte, ya sabe, nieve, frío, otra onda.
-Por supuesto. Acá con cuarenta grados decimos que está fresco.
-Ya lo creo. Bueno, repasando la lista, veo que pidieron repelente de mosquitos.
-Ahh debe ser mi marido.
-Bueno acá está. Y también el monopatín.
-Es para mi hijo. Gracias. ¿Cuánto le debo?
-Después arregla con el sindicato, no se preocupe.
-¡Esperemos que no me arranquen la cabeza!
-Le quiero pedir algo, no sé si será mucha molestia…
-Faltaba más. Dígame.
-Acá en el 227 me pidieron un resfrío y no tengo ¿No tendrá un poco para prestarme?
-La verdad que no. En esta época es poco común. Le va a costar conseguirlo.
-¡Qué lástima! Bueno, se tendrán que conformar con este pañuelo.
-La esperanza es lo último que se pierde, dicen. ¿Cómo se llaman los renos?
-René y Renata, esta temporada se jubilan.
-Deben haber surcado infinidad de cielos.
-Así como los ve, cruzaron el Atlántico de un saque.
-¡Qué barbaridad!
-Señora, ha sido un placer. Me voy porque se me acumula trabajo.
-Vaya, vaya. ¡Cuidado con las cañitas voladoras!
-Quédese tranquila, por eso salimos después del brindis, para evitar corchazos en los ojos.
-Hasta luego.
-¡Arre! ¡Ea ea pepé!