Feliz año

Este año que se despide sin rencores probablemente a muchos nos haya agotado, pero el próximo que llega con pirotecnia multicolor y champán, como una pileta en verano a la que le cambiamos el agua sucia de tierra y hojas por agua limpia, seguramente nos va a desagotar, como en tiempo de lluvias al cielo, gota a gota, hasta quedar vacíos de impurezas. Y si no es así, por métrica mental, brindemos porque así lo indica la Constitución, las Sacras escrituras y la profana televisión, el redsocialismo y la virtualidad y nuestra mejor cara de emoji, en un aliento unificado que nos desea ¡Felicidades!

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KIOSCO

-Me vas a dar un kilo de educación.
-Por la cabeza, si no lo pedís bien.
-Es que no es para mí, es para mi hijo y él habla así.
-De acuerdo. Pero con un kilo se va a quedar corto.
-Para que vaya entrando en materia está bien.
-¿Qué más, señor?
-¿Tendrá algo de dignidad? Se me perdió y no la puedo encontrar.
-No traigo hace rato porque no lleva casi nadie y se vence.
-Qué pena. Entonces deme alguna esperanza.
-Tengo estas que andan muy bien, son recargables y todo.
-Deme dos. Una para mi tío que cada tanto se bajonea y le cuesta levantar.
-Perfecto. ¿Algo más?
-Sí. Necesito alguna guía moral.
-Tome, lleve esta que es vieja pero sigue vigente ante lo cambiante y confuso del mundo globalizado.
-¿Piensa que puede andar?
-¡Cómo no va andar! Esta se adapta a cualquier situación. Además sirve tanto para jóvenes como para veteranos, se la puede prestar a su hijo cuando asimile educación.
-Bueno, la llevo. ¿Puedo pagar con tarjeta?
-En efectivo tiene un diez por ciento de descuento.
-Me dejé los últimos billetes comprando suerte, acá en la esquina.
-Es raro que alguien como usted crea que la suerte pueda venir embalada en caja y con precinto.
-Hay que ver para creer.
-Habrase visto, dígamelo a mí que he visto al destino pidiendo chicles.
-De paso deme una tableta de chicles.

( Otro cliente )
-Buen día.
-Buen día caballero. ¿Qué desea?
-Una pregunta, ese que salió, ¿Quién era?
-El karma.
-¡Qué cara larga, por Dios!
-El hombre tiene de qué preocuparse.

MOVIMIENTOS DE LA MENTE

Desperté temprano para ver el amanecer
espectáculo que obsequia la naturaleza,
mas no lo vi, tenía mucho por hacer
cambiar el mundo, ordenar la pieza,
en lo primero tuve éxito sin desmerecer
en lo segundo me ganó la pereza
y quedó el desorden bien ordenado
que sólo entiende mi vencida cabeza.

A todo esto, la aurora había pasado
iluminando la mañana, el pavimento
donde los perros buscan alimento
donde las aves evocan el pasado;
no hay autos y es poco el movimiento
los domingos tienden al descanso,
rinde sus servicios este viento
que al calor nos ofrece un remanso.
Las ideas, el promiscuo pensamiento
van cambiando sobre el espíritu manso.

Quedarían arbitrarias emociones
que exaltan la pasión que asoma,
un chimango devora una paloma
llego tarde, con algunas distracciones,
pierdo el ritmo, cedo el paso
y en el aire se perciben ilusiones
parecieran -como el día- transiciones
que en un rato todo cae ante el ocaso.

Gratitud

Uno se da cuenta que no todo es ingratitud en el mundo, máxime cuando un bot te felicita por tu trabajo.

Así que, a no desanimar, a no decaer, que llegará el día en que tus esfuerzos sean recompensados con un elogio idóneo o el aplauso frenético de un público adormecido por la iluminación.

BUSINESS ARE BUSINESS

Uno que vende discos, pero no le interesan los discos ni escuchar lo que dicen, le interesa la plata.
Otro que vende libros, pero sólo le interesa la plata y no lo que dicen los libros ni leerlos por recreación.
Otro vende plata, pero a este sí le interesa solamente la plata ( y en tiempos de ocio cuando no está vendiendo plata lee libros y escucha discos, pero no le interesa lo que dicen ni recrearse, sino la plata ).

AL EMISOR SE LE ESCAPÓ EL MENSAJE

No hay comunicación entre las partes. El enunciado no emite mensaje alguno, al tiempo que ( o a destiempo ) el receptor bebe de una copa vacía cuya única finalidad es convertir el tiempo en algo aceptable. Saborea palabra por palabra buscando saciarse, pero nunca se llena el receptáculo y quiere algo más, no sé, digamos una imagen que lo grafique, algo que lo saque de la sensación de nada que lo persigue desde las profundidades. Y entonces, encuentra que allí hay algo, un decir, palpable, lo acaricia, lo frota entre los dedos y luego lo devora con fruición, masticándolo bocado a bocado, hasta engullirlo. Parece suficiente para el momento. Luego, sin meditarlo, proseguirá su entretenimiento mental, como un juego de naipes, la lotería, intentando vehiculizar la corriente, pero ¡la pucha! algo lo interrumpe cuando estaba por darle caza a lo buscado y todo vuelve a comenzar: la belleza en una selfie, la alegría de la aurora, el despilfarro nocturno, la dialéctica de emoticones. En fin, nada que entender aquí tampoco, salvo allí, detrás de las sombras navideñas.

NADA MÁS

el triunfo del materialismo en sobre
el fracaso de las religiones en ciernes
el problema de lo temporario en tanga
el eclipse del entendimiento en baile
el dilema de lo que preocupa en cierre
el atraso de lo que idiotiza en culpas
el avance de lo que agiliza en noches
el reposo de lo más profundo en baches.

La otra cara de las historias

-“Y el que esté libre de pecado, lance la primera piedra”.
Los presentes recogieron cascotes con ambas manos, que rompían sobre rocas para obtener más, para arrojárselos, y cuando se predisponían a hacerlo sobre la mujer, un escriba con criterio sensato, dijo:
-“Momentito. Antes de arrojar las piedras deben completar este formulario sobre el papiro para dejar constancia”.

Y así fue que se empezaron a extinguir los picapiedras y nacían los obreros del papeleo.

FIESTA SIN DEE-JAY

El deejay está confundido
la música no suena bien
ninguno quiere bailar
no hay tragos en la barra,
la gente busca un culpable
como es Susana Costumbre
y todos le apuntan a él,
pero no tienen con qué tirarle
los tomates están muy caros
y los huevos por las nubes.
Los insultos no se hacen esperar
todos lo quieren apedrear
pero en un rapto de intuición
el loco va y cambia de canción
entonces vuelve la fiesta
todos danzan y cantan
en una orgía a toda orquesta
olvidando su previa intención.
El deejay aprovecha la ocasión
ve que reina la diversión
resuelto va y se tira por el balcón.

EN PRINCIPIO, UN UNIVERSO

En principio, un universo
colmado de vidas y fragmentos
cargado de emoción y pensamientos
todos bajo el mismo firmamento
yaciendo al calor del pavimento.
”A la final”, todo era verso
preciso, certero, en movimiento
en el placer de verter los sentimientos
al alba y al ocaso, en crecimiento
en la unión refrescada por el viento.
En el medio, plácido, converso
del porvenir, del devenir, del elemento
del sentido de inmanencia, el complemento
de lo fugaz, de lo trivial, del juramento
de lo profano y lo sagrado, del fundamento.

JUGÁS DE ENGANCHE


El profe Baldeverde pasó corriendo por los pasillos del vestuario local y al doblar en el cruce se topó con el Tronco Benítez que llegaba silbando el himno con el bolso colgando de un hombro. Al verlo desencajado, el Tronco le preguntó qué sucedía, pero el profe se lo sacó con un ademán brusco y enseguida se metió en la sala de la enfermería, justo al lado del vestuario de los árbitros.

El Tronco imaginó que al llegar al vestuario se encontraría con un panorama revelador y al abrir la puerta estaba José Luchard, el técnico del campeón, agarrándose la cabeza y puteando al aire de lo lindo. Sobre un banco, agachado, lleno de vómito sobre el jean y las zapatillas, cantando un spot de Quilmes lo vio al Peluca Moratín, líder, capitán y enganche del equipo aurivioleta. Pascualito, el utilero, había dejado el bolso con las camisetas sobre la camilla y con un lampazo con ahínco limpiaba el piso y el hedor que había dejado el vómito.

-¡Peluca y la puta que te parió!-gritaba desaforado José Luchard- ¡Me cago en vos y en la madre que te parió!
En bancos opuestos observó a otros jugadores que charlaban entre sí, risas de por medio que los hacían distender un poco de la tensión de la situación.
-¡Correte, Tronco! ¡Otra vez en el medio! –le recriminó desde atrás el profe Baldeverde que pugnaba por ingresar al vestuario.
-¡¿Qué conseguiste?! –le preguntó José Luchard expectante.
-¡No hay un carajo! Dos curitas y algodón es todo lo que hay.
-¡Pero me cago en la puta madre! –exclamó Luchard dándole un puntapié a un bidón vacío- Este Peluca me tiene podrido. Sacámelo de acá.-El técnico había dado un giro de ciento ochenta grados en su actitud.
-¿A dónde lo llevo? –le preguntó el profe contrariado.
-Problema tuyo, acá no lo quiero ni ver.

Los demás jugadores del auri seguían entrando al vestuario y procedían a enterarse de lo acontecido, o buscaban algún lugar para empezar a cambiarse. Afuera empezaban a escucharse cánticos y algún redoblante. El profe se cargó al Peluca de un hombro con un esfuerzo descomunal y salieron por la puerta del vestuario. El Tronco seguía impertérrito observando todo desde donde estaba cuando vio que se le acercó Jose Luchard quien al mirarlo de frente le dijo con firmeza:
-Tronco, hoy jugás de enganche.

Al Tronco le dio una sensación de pánico mezclada con ilusión, que se vivificó en un cosquilleo eléctrico en el estómago. “El Tronco Benítez, tronco como pocos, picapiedras con maza de goma usando la diez”. Los sueños y los deseos tienen esa pizca azarosa que hace que se fusionen con la realidad cuando uno menos se lo espera, pero el Tronco, sin fundamentos lo había deseado durante años que sólo lo había podido ver cristalizado en sueños. Limpió el banco que había dejado vacante el Peluca, con trapo y detergente, y se sentó a ponerse las vendas. El Tronco seguía imaginando, y en ésta ocasión tiraba caños, lejos de su habitual desempeño –en entrenamientos, porque  hacía tiempo que no pisaba el césped en un partido oficial- en el que la peleaba con sus escasas virtudes y su lentitud para moverse. Al lado suyo estaba Ramón Alvarete, el arquero que tapó el penal que le daría la clasificación a los playoffs que luego desembocaría en el campeonato.

-Confío en vos Tronco. Sé que podés darnos mucho.
-¡Siempre lo mismo el Peluca, eh! –le dijo el Tronco para disimular el rubor que corría por sus mejillas.
-¡Es un pelotudo! Ponerse en pedo en una semifinal… Pero no te calentés, Tronco, hoy la vas a romper.
-Partido difícil hoy che… -desviaba la atención el Tronco.
-Hoy, Tronco, no corrás al pedo. Parate y pensá, ¡pensá! Tocá y hacé jugar al equipo.
El Tronco Benítez empezaba a sentir la presión sobre sus hombros, traducido en nervios que le dificultaban ponerse las medias. Se calzó los botines y se acopló a la fila de jugadores que salían del vestuario. José Luchard lo miró pasar haciéndole un gesto afirmativo con la cabeza, sentando confianza. A su lado, Pascualito le sonreía y le dio una palmada en la espalda.
-¡Vamos Tronco! –lo animó.

Enfilaron para debajo de la tribuna, donde ya se escuchaban cantos cada vez más rotundos, a hacer el calentamiento previo. Los cortos violeta con el número diez llamó la atención del periodista de radio que cubría las acciones del campo de juego. El relator de la radio, notificado de la situación, se sorprendió antes de que entren a la cancha, “…el equipo donde la bruja Sanabria vistió esa casaca…se le fue la mano al técnico, roza lo burdo, ¡es una falta de respeto! Está bien que el Tronco es un buen tipo, muy querido en el plantel, te diría que es casi el amuleto de la suerte, pero ponerlo de enganche en una semifinal no se le ocurriría ni al peor guionista de un film. No te da un pase limpio ni gambetea. Hace tres años que no juega 15 minutos seguidos. Lo digo previo al partido porque después vienen los reproches: Luchard, en esta la cagaste”.

El altoparlante anunciaba la formación de los equipos. Cuando con la diez lo nombran al Tronco Benítez hubo conmoción, risas y hasta algún tibio coro en la tribuna. El dirigente Santana, con su campera de cuero cubriendo sus kilos, con sus pelos blancos a tono con la barba, sintió correr el sudor por su frente. Esto es una broma, pensó. El sentido del humor nos impregna de alegrías hasta en los momentos de zozobra. Salieron al campo de juego los árbitros, el elenco visitante que iba de punto y ahí nomás apareció el buzo verde de Ramón con la cinta de capitán en el brazo izquierdo y todo el colorido aurivioleta que daban las camisetas atrás. La última que vio el público fue la diez del Tronco, antes de que la lluvia de papelitos y las cortinas de humo les taparan la visión.

El partido daba comienzo y el Tronco tiene la pelota, se le vienen dos encima cuando la está por pisar y con un taco hacia delante se los saca a trote lento, y mete un bochazo limpio que deja mano a mano al nueve contra el arquero, definiendo con un remate fuerte a la derecha. La tribuna casi se viene abajo y el coro de “Olé olé olé olé, Tronco, Tronco” empezó a despegar, pero unas campanas le pusieron un freno a la imaginación del Tronco: son las de la iglesia a dos cuadras que llaman a sus feligreses. El Tronco parado en la puerta del vestuario se quedó escuchando el canto de un ave posado sobre la ventana. Todavía no había clima de partido, faltaba que lleguen los muchachos. José Luchard se le acercó al Tronco, lo miró de frente y le dijo:
-Tronco, hoy te quedás afuera.

Se despidió, dio media vuelta y se fue caminando por el pasillo. Desde el vestuario de árbitros, los jueces escuchaban el silbido del himno.

Marcha del Branca

***JINGLE PUBLICITARIO***

Branca si te sientes satisfecho
de tomar fernet, sacar el pecho
Branca toman bien los moralistas
obreros, gerentes y hasta artistas
Branca en plena noche o de día
si cambia por Gancia es hipocresía
Branca vende la doña y no te fía
Branca en el estadio o en el recital.

Para los que toman con lo puesto
Con el guante que usan pa´ laburar
Para el que te toca los violines
en el anfiteatro universal
Para el que no juega a las barajas
y prefiere un juego mejor,
Por el que la justa medida domina
La mejor opción es tomar y mar y mar.

¡Marcha, un, dos!
No puede haber tanta
delicia envasada
así que vos, tranca,
Fernet Branca, Branca.

LAS CIMAS

A cierta altura

Te das cuenta de dos cosas:

Una es que la juventud incipiente te hace creer que sos más antiguo que la noche, y a pesar de todo te sentís fresco como brisa de primavera.

La otra, quizás más común, como parte de una etapa compartida con cantidad de gente, es que

Ya te decepcionaste con

Párrocos, políticos

Psicólogos, escritores

Músicos, periodistas

Doctores, profesores

Y con todos aquellos que por una cosa o por otra te habían generado ciertas expectativas, vislumbres de cambios en la vida o despertado ideas que procedías a seguir a sol y sombra.

Lo valioso del asunto, tras el desencanto de las cimas, es que a cierta altura no queda mejor remedio que bajar.

QUÉ MÁS TE DIGO

-¿Llamaste?
-No no.
-¿Namaste?
-No, te dije que no.
-¿Mamaste?
-Sí, pero de bebé.
-¿Tramaste?
-Algo, aunque salió mal.
-¿Quemaste?
-Yuyo nomás.
-¿Calmaste?
-Y…un poco los ánimos.
-¿Clamaste?
-A la vera de Dios.
-¿Tomaste?
-Para qué te voy a mentir.
-¿Formaste?
-Nuevos informes falsos.
-¿Plasmaste?
-No, quedan cosas por decir.

CELSO ERA UN TIPO HORRIBLE

Celso era un tipo horrible. No tanto desde lo físico, ámbito en el que pasaba los cánones de belleza masculina que idolatraba la sociedad, sino desde el comportamiento. En su conducta era pendenciero de bares, agitador de multitudes, borrachín nocturno, charlatán de quincho, enturbiador de ambientes y demás cosas que se le podían endilgar –y de hecho lo hacían- quienes tenían la mala fortuna de conocerlo o cruzarse en su camino.
Cierto día, el horrible Celso tomó el coraje de cambiar, quizás a falta de paz y serenidad en su sino o tal vez porque el flujo vital le pedía un cambio que los diferentes peinados no le daban. Pero no tuvo tanto coraje como para cambiar de vida, que a esa altura ya cargaba una mochila muy pesada como para dejarla en la banquina, sino que resolvió cambiarse el nombre.
Hoy día, podría decirse que su andar es menos molesto para el conjunto de la sociedad que lo alberga en su seno. No obstante, nadie lo llama por su nuevo nombre, tal vez por el temor de suscitar nuevas conductas perniciosas que pudieren aparecer, ni tampoco por el antiguo, que ya no corría desde aquella decisión. Ahora para todos, como un truco de magia, es excelso.