Una persona puede ser un libro abierto ( como se decía antaño ) pero la gente olvidó el arte de leer.
Se entendía entonces, que un libro abierto era una fuente de muchas cosas valiosas.
Aquí es muy común que los libros se vendan como reciclaje de papel. Otros más ingeniosos los utilizan para apoyar el mouse de la computadora o como posapavas. Y como en los libros uno puede encontrarse con cualquier cosa, desde historias muy jugosas a narraciones tediosas, desde diálogos sustanciosos hasta solamente ruido, es natural que con las personas ocurra lo mismo, y muchas veces los lectores poco versátiles se dejen seducir por la tapa, el título o el nombre del autor y se lleven un fiasco.
No obstante, leer, en ocasiones, puede ser muy gratificante, muy reconfortante y sumamente satisfactorio, no sólo libros sino libros abiertos como suelen ser ciertas personas. Claro que para leer hay que tener cierta disciplina, cierto entrenamiento en la materia, hay que disponer de tiempo, además. ¿Alguien sabe con precisión qué guarda -como tesoros invaluables – una persona que ha recorrido un camino de vida, atravesado por piedras, perros salvajes, corridas, encuentros, grandes amistades, derrotas, mil sabores y alegrías incalculables? Y lo mejor es que se mantiene sobre sus rieles y prosigue, tal vez esperando, ansiando, ser leído. Pero no, la gente va, llega, saca una foto, y se va. Digamos que olvidaron el arte de leer, tampoco es cuestión de culparlos porque la sociedad como está planteada los va llevando hacia sus intereses.
Tal vez los teléfonos que albergan tantas tapas de libros ( estamos hablando de fotografías de personas) se están reciclando para convertirse en algo todavía mejor. No lo sabemos.
Por lo pronto, los que han alcanzado cierta estatura como para ser capaces de disfrutar de una buena lectura, tendrán que revolver entre muchas cajas de saldos de libros usados hasta dar en la tecla, o encontrarse con alguna persona de valor que abra sus páginas al aventurero.

Te saludo, Leandro. Buen Vivir en 2023 para ti y tus lector@s.
Es cierto lo que dices: muchos libros de papel, los digitales y los «vivientes» quedan «sin abrir», y sus contenidos permanecen ignorados. A veces se «cargan encima», pero por costumbre o fetichismo. En ocasiones la lectura no supera las primeras páginas. A veces abrimos el ejemplar y descubrimos que solo hay hojas a medio escribir, o que la portada y el título nada tienen que ver con lo que dice dentro.
Recibe un fuerte abrazo.
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Gracias Rod por tu aporte. Ocurren muchas cosas a la hora de leer, para el que tenga interés, claro está. Algunas nos demandas un esfuerzo mayor, otras son lecturas ligeras propias de envases de comidas rápidas. Pero bueno, lo importante es la aventura del descubrimiento que -como decía la canción- la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.
Va de vuelta ese abrazo!
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