Antes de cambiar el mundo

Aquellos que quieren cambiar el mundo entero
Deben saber unas cuantas cosas primero:
Por ejemplo, París no desea llamarse distinta
Ni Miami pertenecer a otro país;
El Ganges es difícil que desemboque en otro océano
Ni el Vaticano quiere tener nuevos símbolos;
Mi prima está contenta con su profesión
Su hermana, lo propio, con su familia, al tejer,
Quizá, la tuya también, y el vecino chocho con su mujer;
El paraíso, feliz cuando escucha llover
Las gallinas cluecas cuando van a poner;
Para el viento nada mejor que levantar tierra y hojas
El futbolista regio con su contrato
La gata Flora dulce al ver a su gato;
Los museos vivos y libres de humo
El basural colmado con desperdicios inmundos;
Los jardines rebosantes de flores y mariposas
El doctor digno al recibir un paciente
El kiosquero contento ( hoy nuevo cliente )
Uruguay estará para unos allá sobre el oriente
Y cantan los gallos también al poniente;
Al dinero se lo gana, se lo crea, se lo roba, se lo pierde
Hay besos dulces y besos que muerden,
Hay música sublime, puede que te llegue,
Y poesías duras que tal vez te peguen.
Ahora sí, muchachit@, con tesón
cariño y devoción, cambia el mundo,
De corazón.

Anuncio publicitario

La gran barata

Entra un equipo de rugby a un minimercado, todos recontrasudados, con barro hasta en las orejas, pero, no obstante, los tipos muy educados.

-Buenas tardes.

-Buenas tardes.

-Buenas tardes.

El empleado asintió con la cabeza, un poco sorprendido por la mala fama que tenían estos deportistas y máxime cuando salían en grupo. Uno de ellos, que parecía ser el capitán, tomó la palabra y preguntó por el precio de la hambuerguesa, que lucían a la vista ya preparadas para comer.

-100 pesos. -dijo el empleado.

Los rugbiers se miraron entre ellos.

-Es cara.

-Es cara.

-Es cara. -dijeron los quince.

El capitán preguntó por el precio de la cerveza, precisamente la lata de Heinekken de medio litro.

-90 pesos. -respondió el empleado.

Los rugbiers, con una tranquilidad propia de golfistas, se miraron entre ellos y dijeron uno tras otro:

-Es cara.

-Es cara.

-Es cara.

El capitán, inmutable, volvió a tomar la palabra, esta vez para preguntar por el precio de la picada, cuyas bandejas se observaban detrás del vidrio de una heladera exhibidora.

-150 pesos -dijo el empleado impertérrito.

Los rugbiers, cuyo sudor no cesaba de gotear el mosaico del local, se volvieron a mirar entre ellos y uno a uno dijeron:

-Es cara.

-Es cara.

-Es cara.

El empleado los miraba detrás del mostrador y, cuando los vio girar y creyó que se iban, los rugbiers tomaron posiciones de frente como en su mejor scrumm con un grave y sostenido grito de guerra:

-¡¡¡¡Escaramuza!!!!!!!!!!

Arrasaron con hamburguesas, picadas y latas de Heinekken, cayendo otros productos a su paso cual huracán, mientras el empleado, acurrucado en un rincón, debajo de un mostrador veía pasar al capitán, en la cola de los alegres rugbiers, con una tira de salamines colgando del cuello a título de medalla.

No hay más que tú

Todo es apariencia.
No hay esencia
No hay criterio
No hay Dios
O si lo hay
Él es toda esta apariencia.
No hay misterio.
Todo es aquí y ahora
Como la luz del celular
Momentánea, temporal
De fácil digestión
Que en su apariencia
Trocara temporalidad por perdurabilidad.
La materia se transforma
Muta en el disfraz de la muerte
La mente te trastorna
Cambia destino por suerte
Y es toda esta apariencia
Cargada de dolor y sufrimiento
En lo libre de tentar al pensamiento
Lo que nos lleva a preguntar
Si hay algo más, aquí y allá
Lo que delira a buscar un más allá
Que al diluirse la apariencia
Como un pedo que no tiene sustancia
Dejando sólo su fragancia.

Libre

La belleza de tu risa
calidez en tu sonrisa
tu palabra tan serena
sin un resabio de pena.

La alegría matutina
tu locura vespertina
tu nocturna calidez
y tu canto, una embriaguez.

Tu diáfana mirada
tu llanto, una cascada
tu berrinche cotidiano
la suavidad de tus manos.

La caricia palpitante
tu silencio susurrante
compañía penetrante
profunda acompañante.

Tu sincera gratitud
tu verdad, una actitud,
tu magna libertad
eres pura realidad.

Pocas veces comprendida
ni buscada, eres temida
por aquellos que te evaden
diversas técnicas persuaden.

Por todos tan sentida
con la vida comprometida
pero con ninguno casada
de todos y libre, mi amada.

Tan simple como una vela
iluminas con sólo tu estela,
eres pulcra claridad
bien amada soledad.