ENCUENTROS CERCANOS HUMANOS

Comenzamos hablando del calor del último fin de semana y, sinceramente, me ilusioné con que tendríamos una conversación fecunda donde podríamos tocar temas profundos que muchas veces por falta de tiempo o interés se nos escapan como el crepúsculo. Pero no. Estuvimos cinco horas conversando, no sólo del calor, sino de la lluvia, el viento y la guerra. Tétrico, como las noticias. Triste, como el vendaval.

Como en el juego de las sillas, con música bailo, canto y mi corazón está contento. Cuando para la música, deseo reincidir en el sentimiento y, o bien me dispongo a escribir, o bien busco la música, la armonía de la melodía con ansias. Dadme la música y todo es gozo, dadme un escándalo y todo es sopor. Soportar la vida es cuestión de estoicismo, o de elaborar una filosofía fecunda a partir de firmes cimientos. Y si no, decidme si miento.

Sobre la banquina, un letrero publicita o reza:

CÓMPRESE UN CHIQUERO Y SEA FELIZ

Y la verdad de las verdades, no es tan mala idea de no ser por los precios actuales y por venir. El porvenir es lo que nos inquieta, pero es a su vez lo que nos hace avanzar, sino estaríamos en un estanque como peces que hacen lo que mejor saben hacer, cual un bagre bigotudo que sabe hacerlo perfectamente: nada. En fin, nada surge de la nada, como dicta la expresión habitual en jóvenes y pelotudos. Las cosas surgen y se van haciendo visibles con procesos más complejos que el Tetris.

Los libros son una especie de mapas, en los que algunas veces te guían, otras encuentras el camino y otras te pierdes. Perderse en el laberinto de letras, diría Borges, hasta encontrar el rostro avejentado en un espejo de páginas es un desafío existencial, sobre todo para los amantes de la lectura. A quienes no leen nada no les recomiendo libros, pero ni aunque fuera tan hijo de puta. Los que ya estamos en el baile, lo mejor que podemos hacer es bailar. No sé si la cultura siempre nos hace mejores. Hay gente que se embrutece discutiendo de economía. Uno, como cualquiera, ve que las cosas van ( bien, mal, camino a ) y también ve que a veces no van, no caminan, no funcionan, y alza la voz: ¡Señores! ¡Paren de guerrear! Pero es inútil, el sonido de los disparos suenan más fuerte hasta dejarnos sordos.

Y a través de las pantallas, con gusto o con sabor amargo, todos vamos conociendo el mundo. Algunos se han comprado su buen chiquero y lograron ser felices. Otros continúan bailando al son de la música deliciosa. Como decía Einstein, lo importante es no dejar de hacerse preguntas: ¿A dónde dirigen el mundo los cornetas? ¿De qué va a trabajar la gente cuando todo sea automatizado y robotizado? ¿Quién va a componer la más maravillosa música?

Tiempo. Hace falta tiempo.

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Tapa dura

Una persona puede ser un libro abierto ( como se decía antaño ) pero la gente olvidó el arte de leer.

Se entendía entonces, que un libro abierto era una fuente de muchas cosas valiosas.


Aquí es muy común que los libros se vendan como reciclaje de papel. Otros más ingeniosos los utilizan para apoyar el mouse de la computadora o como posapavas. Y como en los libros uno puede encontrarse con cualquier cosa, desde historias muy jugosas a narraciones tediosas, desde diálogos sustanciosos hasta solamente ruido, es natural que con las personas ocurra lo mismo, y muchas veces los lectores poco versátiles se dejen seducir por la tapa, el título o el nombre del autor y se lleven un fiasco.

No obstante, leer, en ocasiones, puede ser muy gratificante, muy reconfortante y sumamente satisfactorio, no sólo libros sino libros abiertos como suelen ser ciertas personas. Claro que para leer hay que tener cierta disciplina, cierto entrenamiento en la materia, hay que disponer de tiempo, además. ¿Alguien sabe con precisión qué guarda -como tesoros invaluables – una persona que ha recorrido un camino de vida, atravesado por piedras, perros salvajes, corridas, encuentros, grandes amistades, derrotas, mil sabores y alegrías incalculables? Y lo mejor es que se mantiene sobre sus rieles y prosigue, tal vez esperando, ansiando, ser leído. Pero no, la gente va, llega, saca una foto, y se va. Digamos que olvidaron el arte de leer, tampoco es cuestión de culparlos porque la sociedad como está planteada los va llevando hacia sus intereses.

Tal vez los teléfonos que albergan tantas tapas de libros ( estamos hablando de fotografías de personas) se están reciclando para convertirse en algo todavía mejor. No lo sabemos.
Por lo pronto, los que han alcanzado cierta estatura como para ser capaces de disfrutar de una buena lectura, tendrán que revolver entre muchas cajas de saldos de libros usados hasta dar en la tecla, o encontrarse con alguna persona de valor que abra sus páginas al aventurero.

La casa recomienda

Para bajar a un pozo de estrellas

Marcial Souto

Editorial Dábale arroz

Joya literaria que no se presenta dos veces en la vida. Hay que revolver muchos estantes y recorrer varias librerías para encontrar algo de este calibre. Imperdible.

Valor de la casa: ⭐⭐⭐⭐🌟

Los libros y la perspicacia

Hoy quise agarrar un libro con la premisa de que “los libros no muerden” y fracasé. Es decir, agarrarlo fue todo un éxito pero a la hora de la lectura resultó un rotundo fracaso, ya que quería despejar las ideas y éstas, con porfía, no hacían más que concentrarse. Y por si fuera poco, cuando lo quise dejar en la biblioteca, el susodicho me dio tal mordiscón con sus páginas que me abrió un dedo. Aunque me dolió, podría decir que la saqué bastante barata, máxime teniendo en cuenta el título del libro: Tiburón.

Términos y condiciones del libro

Compré un libro «usado», aunque no sé si debería decir más bien un libro leído, mas no tengo esa certeza, tal vez nadie lo leyó aún. Quizás es un libro usado, como efectivamente fue catalogado, pero de un uso cuanto menos dudoso. Si lo pensamos con cuidado, el uso que se le hubiera dado podría ser de lo más heterodoxo posible. Este libro, se podría haber usado para posar la pava o el control remoto, o supliendo la función de una regla o el de un abanico. En fin, del libro que se ponga en venta con la condición haber pasado por otras manos ajenas a las del librero se podría decir, tranquilamente y sin temor a dudas, libro en venta con la desventaja de no ser nuevo.

Azul

 

No suelo contar cosas de la vida privada por aquí, pero hago la excepción para contar que me compré un libro de título “Azul”. Sin embargo, su tapa es verde, aunque la ilustra una ninfa con alas de mariposa justamente azul, con vivos celestes. Azul profundo, como el cielo íntimo, como el mar apacible, son las palabras que salen de un artista que, aún hoy, sigue deslumbrando a quienes se acercan a su obra por curiosidad o devoción.
¡Buena semana!

”¡Oh mi amigo! El cielo está opaco, el aire frío, el día triste. Flotan brumosas y grises melancolías…
Pero ¡cuánto calienta el alma una frase, un apretón de manos a tiempo! ”
Rubén Darío