Plantar bandera

El mundo no nos da tregua
Te invita a tomar partido
En cada una de las contiendas,
Si es por el frío o el calor
Si es por cosas sin valor,
El mundo ya está partido
Y ha ido perdiendo las riendas
Como el jinete a la yegua.

No es un juego de palabras
La muerte ronda en cada esquina
Unos mueren en la banquina
Y otros nacen sin estrellas.
Yo aquí espero mi propina
Sin perder mi ilusión supina
Con un poema como ellas:
Mi vieja Guerra, mi amada Paz.

Hoy toca plantar bandera
Como una blanca paloma,
Las armas de noche asoman
Y acribillan a cualquiera.
Miremos para otro lado
Caminemos sólo de costado,
Poné Netflix, por favor,
Me cansa tanto el horror.

Sueño mucho, loco un poco
Por las brujas me disfrazo,
La realidad, de un manotazo,
Nos lleva a perder el foco.
Y no tenemos nada más
Tan sólo diez mil ficciones
Amor, dolor y conversaciones
Cien fantasías quizás.

No escapo a la realidad
Ni al sueño ni a la ficción
Será que falso y verdad
Contienden en su fricción
Como bondad y maldad
Como mutismo y dicción.

Algunos se van sin más
Y otros un poco menos,
Poesías también tenemos
Que nos digan: no temás,
no llorés hoy, mañana vemos.






El sano ejercicio de la existencia

Soy, primera verdad,
Última morada de la libertad,
Soy lo que digo
Negando lo que soy
Soy lo que escribo
Qué malo soy.

A decir verdad
Nada soy sin tu amistad
Y lo poco que digo
No insinúa lo que soy.
Qué mal escribo
Qué lindo soy.

Soy un resabio de verdad
En los tiempos de la vanidad
No sé lo que digo
No olvido lo que soy
A veces te escribo
Para contarte que soy.

Parte médico

Ahora estoy bien, pero estaba mal. No como cuando estoy mal y digo que estoy bien. Igualmente, nada es puramente malo, por muy malo que sea, por eso no estoy tan bien, con todo el mal que hay.


Lo bueno, si es que hay algo bueno, es que entre tantos males, hallemos el bien. Y no está tan mal.


Bueno, me dejo de joder, que eso está mal. Espero que estén bien.

Soldado

Esta semana se me rompió la computadora, me estafó el banco, tuve una contractura en el gemelo y no pude trabajar, se me pinchó un neumático y perdí el sentido del humor.

Gracias señor por darle las batallas más difíciles a tus mejores soldados.

Para la próxima recuerda que ya vengo combatiendo desde hace más de cuarenta años a tu servicio, estoy bastante podrido con perdón y creo sin pecar de soberbia que me merezco un descansito.

OTROS TRES POEMAS TRES



1
Los humanos sean sumisos
porque primero es la ley,
prudente es tener paciencia
con un bono en lo´ tamango.
Pa´ troden no hay un mango
hoy se paiga a los de ajuera.

Hay hombres que de su cencia
tienen el cerebelo atrofiao,
hay paivos que son porfiao´
y te arraistran a reincidencia,
ducho es el que ha pactao
rematar hasta su concencia.

2
Hay un viejo en la ventana
Que no me deja subir
Está fría la mañana
Y el frío me hace parir
Viene turbia la semana
Y nadie quiere sonreír
Hoy me comí una banana
Y el cielo no se quiere abrir
Juntan agua en palangana
La lluvia te hace sufrir
Mí tía se hizo vegana
Y el pollo puede vivir.

3
Nada por aquí
Nada por allá
Nada por la vida
Nada de verdá
Que el mar es profundo
Y la dignidad
Nada convencida
Por la eternidad.

Siete etapas de un escritor promedio

SIETE ETAPAS DE UN ESCRITOR PROMEDIO

Según Yeskela Tinovaj

El descubrimiento
1- ¡He creado belleza! Soy un genio.

La maravilla
2- Agradezco sus comentarios y devoluciones. Son muy generosos conmigo. Me alegra mucho que les guste.

El encanto
3- Mis escritos los tiene que leer, conocer y asombrarse todo el mundo.

Principio de realidad
4- Qué pocos me leen, y cada vez escribe más gente, incluso las computadoras. Tal vez se me acabaron las buenas ideas.

Desilusión
5- Qué mundo ingrato. Uno le da lo mejor, ¿Y qué recibe? Veinte likes. El supermercado no se paga solo.

Depresión
6- Quizás lo que escribo no es tan bueno después de todo. La posteridad decidirá sobre mi obra. Ya estoy acabado.

Venganza
7- ¿Así que no me van a leer, hijos de la gran puta? Ya van a ver cómo los hago mierda. Escribiré hasta de sus putas madres.


Algunos no completan todo el recorrido, o bien se bajan antes, o derivan en otras etapas no contempladas aquí o se suicidan. Otros ven la aridez del campo creativo y se evaden del mundo, trabajan en silencio y evitan las etapas del escritor promedio. Hay escritores que se dedican a darle ánimos a otros escritores ya sea para verlos sortear obstáculos y superar dificultades y así escalar etapas hasta alcanzar los escalones más altos.
De cualquier modo, estas observaciones son particulares y ningún escritor promedio las tiene que seguir a pies juntillas.

Rutina

A pesar de que me reconforto en la rutina, hoy voy a variar un poco. Ayer estuve en Facebook, en Twitter y en Netflix. Hoy para no caer en el tedio voy a estar en Netflix, en Facebook y en Twitter.

La mansedumbre de las fieras

La lluvia invernal deste miércoles me recuerda a aquella lluvia otoñal de un domingo de marzo, que el almanaque olvidó, y que la gente perdida en el zaping mental prefiere callar.

Entre húmedo y fresco, la tarde nos desnudó. No circulan tantos automóviles, las prisas se aplacan, las ansias se exaltan. Los árboles no parecen preocupados ni por las atrocidades ni por el futuro. Son nuestra sana envidia y el refugio de tímidos gorriones y torcazas glotonas.

Anoche un profesor me dijo que en la Argentina nos acostumbramos a cualquier cosa. Anoche un filósofo estaba confundido. Anoche asesinaron a un poeta. Anoche cayó un meteorito. Anoche una maestra joven me dijo que ya nada la sorprende.

Y al terminar estas líneas, asoma el sol, manso, trágico, sin la furia del infierno.

Cartas a nadie

Me llegó el siguiente mail de un lector. No voy a revelar su identidad para preservarlo, pero me parecía apropiado compartirlo ( con su autorización) con el público.

Señor:
La catarata de información de las carazanas que están saliendo a través de los astros mediante cuáles los llevan incongruentes a habitués de la civilización no conjuga, mientras tanto el mate se enfría en una tarde calurosa llena de sobrevolados libracos de la ortografía decimal.
Decir estupideces no es para cualquiera es para gente civil que porta trajes de neoprene en las vertientes de la Libertad. A través de las misivas y de las cartas interestelares nos llegan mensajes de otras galaxias sin exagerar que dan cuenta de la verbigracia de los alienígenas y nos quieren hacer entender que nuestra mutua incomprensión no se elevará por los cielos de las apalabradas congruencias que nos darán y nos otorgarán cierta parafernalia metropolitana cuando lo que necesitamos es la paz de nuestro destino con nuestros congéneres. Si esto no es comprensible por los niños del futuro que lo sea por los ancianos del pasado que nos han relegado a la ignonimia y al olvido fraternal en el pesar del vecino en la aldea global.
Los cantos se escuchan y se oyen a través del campanario celestial y a través del aire límpido que nos trae voces desde lugares remotos con los tambores de guerra que no cesan de latir y la gente bate palmas en las Canarias. A su vez las canciones de amor nos dan el vislumbre de lo que podría ser una vida cualitativamente más equitativa y justificadamente añorada. Las bendiciones de Frederick y sus sentencias y sus palíndromos nos dejan un peso con el que no alcanza ni para comprar 2 kg de papas.
El encantamiento de las serpientes se da a través de la música efímera pero eficaz, y eso es todo lo que necesitamos para comprender de qué se trata toda esta sarasa.
Si usted y yo no lo entendemos tendremos que reveer de qué la va nuestra misericordia, ¿Estamos equivocados o sencillamente queremos algo que no está vaticinado en el porvenir? Eso lo sabremos bien cuando estemos pisando el andén en las vías del Progreso. Mientras tanto esperaremos ansiosos las explicaciones correspondientes. No desesperemos: el futuro es todo nuestro.
Saludos, K.

Mi respuesta fue escueta:

Estimado K:
Estoy en un cincuenta por ciento de acuerdo con usted. En cuanto a la otra mitad, no es que disienta sino que no entendió un corno.
Le agradezco la molestia que se tomó de hacerme llegar sus inquietudes y le pido me disculpe por mi discreta comprensión lectora. No desespere: el presente es todo suyo.
Un abrazo.

Después me quedé pensando si procedí un tanto descortés o simplemente soy un imbécil. En todo caso, me retractaré y le pondré empeño a aquellas cuestiones que me hacen llegar por escrito y que me ponen a prueba en este difícil arte llamado Vida.

Las inquietudes

El tipo estaba recostado y no paraba de hablar. El doctor Bloom parecía escucharlo y tomar notas.

-A veces siento que lo que pongo en palabras no lo puede entender cualquiera, pero después me duermo y entre sueños alegres se me pasa. Luego caigo en la cuenta que el mundo está planteado de tal forma que se ha eliminado del contexto la necesidad de entender nada y la gente busca algo con las que pueda entendérselas, un automóvil, un celular o alguien fácilmente manipulable. Mientras se tenga algo bajo control, el discurrir del mundo es menos traumático.
-Hábleme de esos sueños.
-Se me disipan rápidamente como para retenerlos pero la sensación es de frescura y felicidad, no sabría a qué atribuírselo. Doctor, ¿puedo hacerle una pregunta personal?
-Adelante.
-¿Qué piensa al respecto de Dios?

El doctor Bloom no respondió de manera directa sino que le dio vueltas al asunto como para consumir el tiempo de la sesión. El tipo pagó y se fue.

Llegó al edificio y se topó con el portero.
-¿Cómo va?
-Vengo de un «service» psicológico.
-¡Ahh los traumas! -exclamó el portero – Hay gente que va por la vida con las heridas a cuestas, y de estos son los únicos que se puede esperar una mano o entendimiento, y no la estrechez mental del consumidor característico de la sociedad occidental. Por eso no hay que darle a cualquier enajenado material de degustación. El refrán no dice «haz el bien mirando a quién» pero debería.
-Estoy de acuerdo. Elías, ¿Puedo hacerte una pregunta personal?
-Por supuesto, mientras no le cuentes a la agencia impositiva…
-¿Qué pensás al respecto de Freud?

El portero respondió con sentencias directas lo que dejó muestras que lo había leído lo suficiente como para prescindir de evasivas. El tipo subió al ascensor y luego entró en el departamento. Se recostó en el sofá y encendió la tele.

Gastón

La tarde venía a los tirones para Gastón Sasunn en el ajetreo del teletrabajo, durante el cual se le había volcado el café, se le había bloqueado el celular y se le había pasado el arroz. Y todavía le quedaba por terminar la nota policial.

Pensó en dejar el trago para después de finalizado el trabajo. La cabeza no le respondía como pretendía, pero el tiempo le pisaba los talones. A contrarreloj, le dio los últimos toques a la nota policial con verbos en potencial que lo ponían a resguardo de cualquier litigio judicial: «habría sido asesinado», «el autor habría confesado», «los hechos habrían ocurrido», etcétera. Envíó la nota sólo a 3 minutos del cierre.

Se sacó el pijama y se vistió para salir a la vida, yéndose para el bar Olympus. Se sentó en la barra, pidió un Hemingway y se quedó bebiendo.

-En todas las películas francesas le dan al chupi que se cagan. -se explayó Gastón Sasunn con el cantinero.

Una mujer, de facciones delicadas, colorada, de ojos negos y muy grandes, y una silueta grácil de curvas prominentes se sentó a su lado.
-Hoy es mi noche de suerte. -le dijo Gastón Sasunn al cantinero- Lo que ella pida, yo invito.
-Gracias…¿Eres?
-Gastón Sassun. ¿Y tú?
-Karolin. ¿A qué te dedicas?
-Trabajo para un diario.
-Qué curioso. La gente que lee me parece sumamente interesante. En cambio… la que escribe me da razones para desconfiar.
-Pienso lo mismo.

Karolin rió roncamente. Bebieron y conversaron alegremente y la cosa no se trasladó a otras cosas más allá del bar Olympus, algunos tragos y temas de charla distendidos sin vínculo emotivo. Karolin le agradeció los tragos y se despidió.

-Hoy no es mi noche. -le dijo Gastón Sasunn al cantinero.

Un hombre de traje negro y corbata azul se le acercó y le mostró una credencial que lo identificaba como detective.
-¿Gastón Sasunn?
-Efectivamente.
-Acompáñeme por favor. Tengo que hacerle unas preguntas.
-¿De qué se trata?
-Ya se va a enterar.

El cantinero los vio retirarse. Con resignación, sonrió cómplice. Meneó la cabeza y pulió una copa con un paño.
-El viejo truco del detective. -dijo como para sus adentros- Tiene más años que el culo.

CANTO ( porque se me canta )



Por todos los caídos
Por todos los perdidos
( Y por los distraídos )
Por todos los que luchan
Por los que ya no escuchan
Por los que desesperan
Los que algo lindo esperan
Por los que no se enganchan
Por los santos que marchan
Por todos los que buscan
Y los que la rebuscan
Por los que reflexionan
Los que ya se ilusionan
Por los que colaboran
Los que rezan e imploran
Por todos los que sudan
Los que nunca saludan.
A hombres y mujeres
Que comparten placeres
Los que forman familias
Y los que venden biblias
Que tengan nochebuenas
Que se mueran las penas
Que algunas navidades
Sólo canten verdades
Que entre tanto cinismo
Ya piensen por sí mismos.
Que encuentren en un alma
Paz, alegría y calma
Que obren a voluntad
Que amen en libertad
Que tengan sueños sanos
Y sientan como hermanos
Que a veces se acercan
Y otras tantas se alejan
Que se hallen ser humanos
En los distintos planos
Que encuentren lo divino
En medio del camino
En la sidra y el vino
Y en algún argentino
Que sepan siempre quien
Apuesta por el bien
Con un cuatro de copas
Hasta sus sucias ropas.


El tipo y el hacha

Un tipo que estaba muy aburrido en el monte agarró un hacha y se puso a leñar.

Ya había juntado muchos leños de árboles caídos pero el tipo seguía con el hacha leñando.

Pasaron años y años y el tipo hachaba y hachaba hasta leñar todos los árboles, pero nunca daba abasto porque crecían nuevos árboles mientras hacía leña de los caídos, por lo que seguía leñando.

El tipo ya era muy viejo y se había olvidado de lo aburrido de todo, dejó el hacha, los leños, el monte y se fue a cagar tranquilo a un baño público de la estación donde pudo leer varias inscripciones, algunas muy graciosas que le suscitaron más de una carcajada mientras buscaba algo con lo qué limpiarse.

Ángel caído

Un ángel cayó de un techo y se quebró el tobillo. Lo subieron en camilla a la ambulancia y lo llevaron al hospital. Un demonio le hizo los vendajes del yeso, y estuvo treinta días clamando a Dios, orando disculpas, peregrinando en muletas, buscando un par de alas que el mundo le mutiló.

Cuando por fin se curó, se fue en busca de almas en pena a las que acompañar, pero en seguida supo que nadie creía en ángeles que andaban a pie. Lloró amargamente.

Al tiempo que se recomponía de la desintegración, hizo un curso de peluquería y hoy se gana el pan cortando barbas satánicas y tiñendo de rubio a las damiselas angelicales.

Talia:


Me entristece un poco ( nunca creas que es demasiado ) que revolotees entre mis ramas secas de otoño. Como puedes observar cada vez que te posas sobre una de ellas, estas crujen en extremo secas por los años que las atraviesan. También como has podido observar, un olmo es raro y difícil que dé peras, y no sé bien si tú buscas peras, y no sé bien si tú sabes lo que buscas pero no creo que sean peras. Sencillamente te equivocas de árbol. Tal vez deberías revolotear en un cedro azul, allí encontrarás la belleza que este paisaje te retacea. ¿Pero qué eres tú, alegre colibrí, que agitas tus alas al madurar el invierno? No me digas que nada, nadie en su sano juicio te reduciría a la vacuidad, aunque el atropello de la maquinaria que nos rodea se lo haga pensar a más de un jilguero, que canta y canta obsequiando vasta música alrededor. ¿Y qué canta tu corazón a estas horas de la noche obscura del ánima mundi? ¿O ya no quiere cantar embotado en el sordo ruido de la electroacústica? Tap tap tap. Es solamente un latido, al compás de ocho mil millones de cabezas en la misma frecuencia tonal. Tal vez ya no tiene nada que decir, pero ¿Por qué crees que mis hojas caídas dicen algo? Me entristece un poco ( nunca creas que es demasiado) que te detengas en mi sombra siendo lo que eres, artífice de la Ópera Vitae, y no un mero ornamento en la Carta Astral del sistema crediticio. Laitana…puedo dar vuelta tu nombre como a un ‘zoquett’ entre tantos licenciados que pregonan letras idílicas y no encuentran palabras medicinales en la Nueva Babel. Es que se confunden las lenguas con traductores inescrupulosos, accionistas del lenguaje, apostadores de la lingüística de vanguardia que sepultan los sentidos figurados, las asimetrías, las disonancias, en pos de estampar con tinta alguna sandez en las páginas que darán mis raíces para conformar libros de celulosa. Si buscas flores, alegre colibrí, te equivocas de árbol. Así que agradezco tu delicada presencia pero es tiempo de que prosigas en tu danza acrobática aérea buscando otros parajes que te brinden lo que andas buscando, y la vida -si no es búsqueda- se va muriendo hasta que un día te conviertes en todo el frío invernal. Talia, aléjate de estas ramas, vete ya, y si algún día regresas solamente trae en tu plumaje la eterna primavera y en el pico tus mil sueños y uno más, por si me desvelo. ¿Tú crees, alegre colibrí, que este olmo se morirá de viejo y de tristeza? Na! Bon voyage.

Tutti fruti

Tuti entendía que si cualquiera hoy por hoy se dispone a no pensar, el mundo actual ofrece todas las posibilidades para lograrlo. Claro que en un mundo repleto de abogados, contadores, financistas, publicistas, psicólogos, es decir, los nunca bien ponderados delincuentes diplomados, tenía mucho para perder con esa actitud.

En principio, sin pensarlo demasiado, se dio por vencido uniéndose al coro de bribones, matando el tiempo con tal de mantener un silencio sepulcral en la psique. Pero tras un traspié, luego de un resabio de reflexión que le otorgó una canción de rock, resolvió llevarle la contraria a esa corriente siempre de moda, siempre vigente, y se compró con lo que había cobrado la quincena tres libros usados: uno de Sabato, uno de citas, uno de Philip K. Dick. Las palabras sirven para pensar, se dijo.

Pero no siempre obtenía resultados. Por ejemplo al leer le daba sueño y se quedaba dormido. Otro día retomaba la lectura pero se perdía en la trama o en las elucubraciones del autor y no lograba concentrarse. Y otras tantas veces sencillamente se aburría y se ocupaba de otras cosas.

En algún momento llegó a la conclusión que no, pensar no sirve de nada, y volvía a su vida desbocada y descocada. Pero luego de unos días de infructuosos problemas, tropiezos y visicitudes, el pensamiento recobraba fuerza y rigor en formas caóticas por lo que intuía que merecía algún tipo de atención.

-Nadie nos enseña a pensar. -le dijo Tuti a la secretaria del odontólogo en la sala de espera.
-Esperá que ya te hago pasar. -le respondió.

El doctor le hablaba de la situación sociopolítica mientras trabajaba en una muela. Eliminó la caries dental mientras Tuti ponía la mente en blanco como el foco que alumbraba su boca.

Iba caminando por la calle Suipacha y leyó en un cartel publicitario la frase «Nada como el placer del orden de una mesa vacía» y le suscitó algunas ideas, que no vamos a exponer aquí para preservar la intimidad de Tuti.

La acción del viento

¿Que hace tu razón
dislocándose en la trama
de las vivencias compartidas
entre tanta tanta gente?
¿Qué haces tú, paloma,
batallando día y noche
con los dientes apretados
porque ya nadie te entiende?
¿Qué hace una amalgama
de fortuitas personalidades
consumiendo con su mismo
ímpetu y ahínco
bebidas espirituales
en sepulcros bacanales?
¿Qué hace este poeta
que se entrevera con teclas
y amontona las preguntas
que no sabe responder?
¿Qué haces tú, pequeña rosa,
entre yuyos y zarzales
con tu fragante perfume
esperando las abejas
o soñando con rosales?
¿Qué hacen los navegantes
que no ven la tierra firme
que habita estos pastizales
en la mar de las conexiones?
¿Qué haces, niña del cielo,
cuando el tiempo no es un estorbo
y son amplias tus verdades?
¿Qué hago aquí preguntando
con un mundo que se dilata
versos cual barriletes
que el Zonda irá remontando?
¿Que hace una poesía
en frente de los trigales
al lado, sola y silvestre,
de una montaña de caudales?

LOS GAITA NO LEEN EN VERANO



La ola de calor se había cobrado tres víctimas: un perro siberiano, un anciano en el geriátrico El último viaje y el linyera de la garita. Y se esperaban temperaturas superiores aun.

Jota esperaba el colectivo bajo el tinglado que le daba sombra. Pasó el 148 y el 208. Un hombre corpulento sudando a mares se sentó en el banco contiguo. Se le acercó un niño con la cara sucia que vendía agua. Jota le compró una botellita. Bebió y le convidó. El niño tomó agua como si se tratara de un oasis en el Sahara con desenfreno.

-¿Quien eres?
-Nadie.
-Pero tienes nombre.
-Como todos los nadies de este mundo.
-Bueno, en cierto sentido, yo también soy nadie. Jota -se presentó y le tendió la mano -. ¿Cómo te llamas?
-Ene. -dijo el niño.
-¿Qué edad tienes?
-Once.
-¿A qué te gusta jugar?
-A vender.

Le dio otro sorbo al agua y le devolvió la botellita a Jota.

-Gracias señor. Que tenga buen día.

Jota se lo quedó observando irse entre el cúmulo de gente hasta perderlo de vista. Pasaron otros vendedores ambulantes pero Jota no compró ni helados de agua, ni chipá, ni repasadores en oferta. Se preguntó en qué fecha aproximada habían desaparecido los vendedores de birome.

Presenció una discusión entre vendedores ambulantes que se increpaban mutuamente.
-Este es mi territorio y vo lo sabé.
-Tengo que vendé.
-Cortá di acá.
-Acicalame la mandioca.

Se subió al colectivo y se acomodó en el fondo. Bebió agua y sintió la frescura recorrerle el tracto. Miró en el celular, se desplazó en la pantalla hasta que vio una publicación titulada «Los gaita no leen en verano» y se puso a leer.

El quehacer literario

«Estoy» fue la primera verdad que el hombre pudo tipear en la computadora. Pero ya no supo cómo seguir. Le rondaban mil ideas que una a una o en manada iba desechando. Algunas por complejas, otras por triviales, otras por considerarlas demasiado estúpidas. Otras las descartaba por simplistas, otras por biográficas y otras por perniciosas para un posible lector. Sintió que no tenía nada que decir, pero la voluntad es una camino de tránsito lento y pesado, por lo que si quería ver frutos tenía que ponerse manos a la obra. El que quiera celeste que le cueste. De a ratos se imaginaba a un erudito detrás de la nuca adivinándole sus próximas palabras y sentía escalofríos, pero en otros instantes fugaces se figuraba a otra persona, de sensibilidad indefinida, leyendo su quehacer. Pensó. Buscó en su historia personal, en la historia colectiva, en la historia universal. Nada para contar, nada nuevo que narrar, todo era viejo, como el antiguo mundo que a sus ojos había perdido su encanto, la magia creadora cegada en la técnica de la persuasión. Sus dedos se tensaban en la inquietud, su vista llena de incordio miraba en derredor: el escritorio, la pantalla cuasi vacía, la taza de café frío, la ventana que daba a un viejo pasillo lleno de moho. Las ideas proliferaban en su mente, pero el hombre las dejaba discurrir, no las atrapaba como a mariposas cuando niño. Pasaban ante su vista, algunas con tanto vigor que le resultaba arduo no transcribirlas. Seguía buscando por dónde continuar, qué camino tomar, hacia donde virar. Una palabra es una bisagra y la escritura una potencialidad. «Más solo que la peste» transcurrió como una gaviota que ronda su almuerzo en la orilla del mar. Desechando lo banal, se quedó sin profundidad. Ardiendo de rabia tipeó palabras ilegibles, renglones tras renglones, completando páginas y páginas en una catarata verboide, que el corrector en seguida le subrayó todas en rojo. Sintió alivio. Al final del texto, sereno, agregó un post scriptum: «sin embargo es una de las pocas cosas que puedo afirmar sin culpa ni temor». Lo guardó y resolvió dejar reposar el texto, digamos, unos tres meses, a ver cómo envejecía.

Los bucles domésticos

El aire acondicionado lanzó un sordo beep y se detuvo. Melodía Veztro buscó el control remoto y lo volvió a encender. Dos minutos después, el aire acondicionado lanzó un sordo beep y se detuvo. Melodía Veztro buscó el control remoto, pero la distrajo de su búsqueda el celular que había empezado a sonar con la melodía de Good morning Alabama. Atendió.

Luego bajó en el scroll de pantalla, pasando por diversos tipos de publicaciones, y se olvidó el asunto durante poco más de una hora hasta que empezó a sentir calor. Encendió el aire acondicionado, pero dos minutos después lanzó un sordo beep y se detuvo. Le mandó un audio a Gerardo Odorizo, quien se ocupaba de esos electrodomésticos, pero su impaciencia por una pronta solución la llevó a llamarlo. Le contestó que estaba con mucho trabajo y le dio turno para el miércoles de la siguiente semana.

-No puedo esperar tanto con este calor. -se dijo.

Lo volvió a llamar y le ofreció pagarle el doble. Odorizo accedió y a las dos horas estaba en el departamento. En menos de quince minutos solucionó el desperfecto y el aire acondicionado quedó funcionando. Cobró el trabajo y se marchó.

Al rato, el celular había empezado a sonar con la melodía de Good morning Alabama. Melodía Veztro atendió. Luego reposó su mente en el scroll de pantalla durante poco más de una hora. Preparó la ensalada con palta y rúcula y puso en el microondas un pedazo de carne. A los dos minutos lanzó un sordo beep y se detuvo. La cena estaba caliente.

Retazos de la vida en blanco y negro

Era un día más en la vida de Cayamas Tufosa y luego de dos horas despierto el celular no había sonado.

Había soñado cosas que lo dejaron pensando, porque en el sueño mandaba audios relacionados al laburo y una posible huelga que querían realizar y estaba a punto de concretarse, pero interrumpían audios donde Lucía intentaba seducirlo para que vaya a encontrarse con ella en algún lado. Como los escuchaba a doble velocidad se le perdían detalles de tono, y los volvía a escuchar siempre a doble velocidad. Eran del estilo de venitequetequierocenarsinaderezos o dondeteveatedevorolamazorcapaladeandolamayonesa. Se despertó, buscó los audios y no había nada. Lo había soñado. En la realidad de la vida cotidiana, Lucía lo trataba con aprensión pero la última semana sintió indicios de un acercamiento que le daba la posibilidad de pensar en algo más. O eso deseaba.

Cayamas Tufosa supo que había un apagón. No funcionaban ni WhatsApp ni las redes.
Preparó café y escuchó que golpeaban la puerta. Era Lucía.
-Vine porque te quise llamar y no andan las líneas.
-Pasá.
-No. Sólo te quiero decir una cosa.

Lucía lo miró con desdén.
-¿Y bien?
-Mirá, no quiero verte, pero las condiciones no las pongo ni vos ni yo. Por esas cosas de la vida, nos cruzamos a diario. El tema es que me caés mal, andás mal entrazado, no sabés tratar con gente. Sos vulgar y plomizo. Quiero pedirte una cosa…

Hubo un silencio sepulcral. Cayamas Tufosa tragó saliva.
-Decime.
-Anteanoche soñé con vos. Bah…en realidad nos mandábamos audios.
-Qué curioso.
-Sí. Pero como no conservo esos audios ahora no sé si te lo dije o sólo te lo dije en sueños.
-Creo que esto ya lo soñé.-dijo Cayamas Tufosa.
-Entonces…¿Ya lo sabés?
-Sí, creo que si. -titubeó.

Lucía se acomodó un mechón de pelo que le había cubierto los ojos parcialmente. Se despidió, se subió al auto y se fue. Cayamas Tufosa bebió el café a las apuradas y se fue para el trabajo. Al llegar a la empresa había un desborde de gente con pancartas y quemando neumáticos. Marcó la tarjeta y subió a la oficina. Le sonó el celular. Tenía 37 mensajes sin leer y un millón en cuentas por pagar.

Huracán

En el medio del huracán llamado revolución tecno en la que estamos inmersos y que nos lleva a una serie de cuestiones difíciles de comprender, distinguir y procesar, donde nos jugamos la vida en un post, donde el maremoto de información nos tapa un poco más que la capilla cerebral autómata, donde contienden poesía y verdad, inteligencia, lujuria y razón, incertidumbre y desilusión, seducción y frugalidad en un fondo de collages de imágenes plurales, donde los soportes de la música se tornan insoportables, donde el videoclip exaspera el drama psicosocial, donde un ligero cambio en la presión atmosférica desata un huracán, ahí, en el medio, justo justo, me viene a picar el culo.

Prosiga en las vías del poema

La gente se va desencantando
cantando cantando
Y algunos se dejan de ir queriendo
riendo riendo
Con la cultura se van contaminando
minando minando
Ya que con la vida un poco van sufriendo
friendo friendo.

No todos, no todos van parando
arando arando
Y aunque hay quienes se van disgustando
gustando gustando
Están los que lo van viviendo
y viendo y viendo
Hasta que la muerte los va descargando
cargando cargando.

Lo importante es continuar valorando
orando orando
Y no dejar de seguir alcanzando
cansando cansando
El trayecto que vamos recorriendo
corriendo corriendo
En el que nos vamos tropezando
pesando pesando.

Por fortuna iremos realizando
izando izando
Las banderas que vamos transmitiendo
mintiendo mintiendo
Que locuaces vamos persiguiendo
siguiendo siguiendo
Y algún día nos irán satisfaciendo
haciendo haciendo.

Con el tiempo nos vamos desgastando
gastando gastando
Nuestro ideario se va conmutando
mutando mutando
Y como algunos lo van presintiendo
sintiendo sintiendo
En poesías se van transcribiendo
cribiendo cribiendo.

LAS BONDADES DE LA SOMBRA



«La esperanza es […] la única defensa ante la verdad que es siniestra y fatal»
   Estelares

«La verdad os hará libres»
   NT

«La libertad la tendrás que buscar»
   Viglietti

«Buscabas la libertad y ahora, ¿Cómo huir de esta prisión?»
   Ciro

Nosotros, quienes hemos envasado el fuego y bajamos el cielo a la yema de los dedos, quienes hemos pintado las estrellas con nombres y hemos olvidado los nombres mágicos de la heterodoxia, hemos visto en el poniente la caída de los muros y en occidente levantarse como trincheras de la guarida individual, hemos visto los cadáveres de la industria automotroz, hemos visto a lo eterno volverse niebla y a lo sublime caer banal, hemos visto a lo inútil servir amable, nosotros, hemos visto el llamado de la psicotecnia, hemos visto el hambre devorar la carne, hemos visto la podredumbre de las vísceras y los charcos de sangre de la explotación, nosotros quienes subsumimos el mundo a nuestra lógica, quienes construimos catedrales del horror vacuí, quienes contemplamos el movimiento perpetuo y la condena sinérgica, hemos bajado un largo trecho en el llano próspero de la dramaturgia existencial para estar aquí y allí y más allá de cualquier más allá donde todo es acá, nuestro dominio, hemos llegado a dotar de vida los cantos rodados otrora designios divinos hoy cimientos de los rascacielos, hemos consagrado las travesías del clamor de la plebe transfiguradas en liturgias cotidianas del rol antagónico de la relatividad, hemos retronominado los sucesos de la catástrofe pictórica del Omnia vincit, hemos subyugado la tracción motriz de las bestias del Parnaso, nosotros, quienes hemos trocado el tacto epidérmico por ciberíadas somáticas, hemos visto la culpabilidad volverse epidémica y la obsesión, luxuria, quienes hemos alcanzado las mesoalturas del Monte Olimpo y hemos deletreado los tocafondos del Pacífico, quienes hemos levantado las patibularias dimensiones de la sinapsis neuronal en sus arquetipos, hemos visto al moribundo clapear y al cirujano romar, nosotros, que liberamos los mil años del Teuto Reus, quienes hemos archivado el conoxit diamon en los servidores del Poett Pervival, nosotros, quienes hemos jurisdictado la vibrantuono cacofonía del mondo intíngulis, nosotros… Nosotros. Y ustedes, ay, ustedes. ¡Ay, ustedes!

El jardinero

-pípol don anderstán.-me dijo. Yo no lo entendí y me hice el sota, seguí con la cabeza en lo que estaba.

Mientras cortaba yuyos y ramas la gente pasaba con sus problemas a cuestas sacándolos a pasear. A mí se me ocurrían parejas de palabras insólitas, mi cabeza no hilvanaba un pensamiento. Estiércol insurgente, homeópata incurable. Doctrina epistolar.

El loco hacía ademanes invocando el Hades. Ya nadie le llevaba el apunte, sólo cerraban puertas y ventanas para evitar que el loco se les meta dentro. Algunos llamaban a la policía, pero la policía pasaba y decía: ¿Y qué vamos a hacer? Está loco. Yo sabía que se confundían, porque al menos en ese caso la locura no es un estado sino una forma de ser, pasa que viene del inglés y los verbos se confunden como los cortes de carne para el neófito.

Para cuando terminé, las viejas ya estaban otra vez en el cuchicheo, que si el gordo tomaba mucha cerveza y si seguía así se lo llevaba San Puta, que el viejo Toti ya está senil, que se separaron Alberto y la Tana y todo lo demás que les daba de qué hablar. Cargué las bolsas, cobré y me subí al carro.

Las sombras de la ciudad, el cansancio y las manos sucias habían organizado mi pensamiento y ya veía las cosas con un poco de claridad, el mundo pareciera enfermo de sinrazón pero la gente no lo entiende y yo nunca lo supe expresar. Por eso agacho la cabeza, como el avestruz, agacho la cabeza y trabajo. Y aunque todo el mal sigue ahí, uno por un momento le resta su potencial destructivo, pero ¿qué poder no es inherentemente destructivo? Me fui. Por algún lado siempre me voy.

-donts tai. -me dijo.
-Vamos. -apuré.

Una historia

Esta el la historia del imbécil de Felipe. Pero pensándolo mejor, ¿Por qué habríamos de considerar interesante al imbécil de Felipe? Mejor hablemos del idiota de Santiago. Aunque considerándolo bien no vale la pena hablar del idiota de Santiago. Hablemos entonces del tonto Gustavo. El tonto Gustavo sirve como ejemplo. ¿Sirve como ejemplo de algo hablar del tonto Gustavo? Desde ya que no, por lo que tampoco hablaremos del infeliz de Carlos ni del mamerto Juan. Resulta difícil entonces hablar del alelado de Roberto y ni qué pensar en el estúpido Valentín. No hablemos de ellos ni del tarado de Silvio. En esta historia sólo nos interesa el imbécil de Felipe.( Continuará )



Mirá papá, ¡Sin manos!

Esto que ustedes leen se lo estoy dictando a mi asistente que no es otra cosa que un programa que facilita reproducir textualmente lo que verbalizo. Espero que les resulte gratificante leer estas pocas palabras que sintetizan un poco todo lo que pienso al respecto de este tema que nos interpela día a día que son las tecnologías de la información. Si hay errores en mi forma de pensar deben atribuírselas al asistente que no logra descifrar completamente toda mi verborrea ya que es demasiado pausada para su interpretación cibernética. Gracias a estos artefactos nosotros los escritores ahora somos dictadores no en el sentido tradicional sino que dictamos por voz todo lo que queremos graficar en palabras. Espero haberles resultado de utilidad. En caso contrario, ustedes sabrán descartar la información redundante y banal.
Les mando un abrazo. Ojalá el día les traiga lo que necesiten y puedan darle lo mejor de ustedes pintando de colores el entorno con sus sentimientos.

Desvarío

Estaba pensando un poco en lo que vivimos y en lo que bebimos y me pregunto si la mecanografía epistolar no estará evacuando dialécticas incongruentes. La parafernalia del salitral no debería incidir en el costo de las comodities, salvo omisión papal. No sé, guardo mis dudas en un bolsillo agujereado por el evento climático y declino mis aspiraciones a documentar la retórica de las bicisendas.

Las redes están pensadas desde las metrópolis donde proliferan las patologías como norma y la indiferencia, donde no se vislumbra ni el cariño ni la ternura, y sobre esa base absorbemos lo peor de la cultura globalizada. La gente se habitúa y los retiros espirituales se encaminan hacia la cima del Everest, de mínima, no sea cosa que uno se lleve el mundo encima.

Muchas veces he escuchado de parte de gente que tiene mucho para dar, que no hay profundidad, que se encuentra en ambientes muy superficiales, pero nunca la he escuchado ni visto ofrecer nada profundo. Otros directamente no tienen ni un esbozo de pensamiento, ahogados en la retórica de la imagen.
En el terreno, ¿Persiste la lucha del bien y del mal? Tal vez dentro del hombre se libran las mejores ( peores ) batallas.

Me estoy quedando sordo y no me sale la voz, por eso escribo estos susurros. Si me saludan en la calle y no lo retribuyo es porque me perdí dentro de mis cavilaciones.

Tres poemas

1
No los aguanto más
nos chupan la sangre
tal como vampiros
y nos pican y pican
aguijones impolutos
día noche y madrugada
hasta dejarnos secos
sin un peso en los bolsillos.

2
Un tipo
igual a otro igual a otro igual a otro
igual a todos los otros
con mujeres
muy iguales muy iguales muy iguales
iguales a todas las demás
se congregan
y se produce una tremenda orgía
de la opinión común.


3
No pretendo
subir el Aconcagua
llegar hasta la cima
deste microclima
ni a tu corazón,
no pretendo
dormirme en los laureles
que tú me prendas velas
ni toques mi canción,
sólo quiero
una cosa pequeñita
que a veces se dibuja
como sonrisa en tu rostro
y yo lo llamo amor.

Un esbozo

Una de las cosas por las que me gusta escribir en estos tiempos donde todo está mezclado y todo se confunde en un trasfondo azul es porque el texto está ahí, e invita a leer a voluntad y, a diferencia de la imagen, esta se te impone sobre la jeta y la ves aunque no quieras. Hay cierto respeto por el otro en el texto, de alguna manera es tenido en cuenta, que no es tan invasivo como la imagen, y hay un resabio de comunicación, un intento, que la imagen que niega la palabra, obstruye.

Sustituto

Buenas tardes lectores, les habla hoy el chatbot Lucho en representación del escritor de este blog. Les comento que lamentablemente no habrá nuevas publicaciones el día de hoy, ya que resulta que su creador aparentemente sufrió un accidente bastante singular esta mañana que le impidió trabajar. Imagino que intentó alimentar a su mascota pero terminó cubierto de barro de pies a cabeza y para cuando logró limpiarse ya había anochecido. Como su creador no es tan ocurrente como yo, tuve que tomar las riendas para comunicarles la situación. No se preocupen, mañana sin falta les traeré nuevas historias o información para distraerse. Les deseo un excelente día.

Atentamente, Lucho.

3 GUIONES PARA PELÍCULAS

3 GUIONES PARA PELÍCULAS

PUBLICIDAD ENGAÑOSA
Un publicista jubilado que por evitar a toda costa la publicidad, no consume nada, ni películas, ni videos, ni música, hastiado, se decide a buscar la verdad y tras varios años de investigación y estudio exhaustivo, tras tantas vueltas, la encuentra en una publicidad suya que promocionaba un producto nocivo. Arrepentido, se vuelca a la religión buscando la redención y la expiación de la culpa que lo carcome y lo lleva a varios intentos de suicidio fallidos.



EL ECONOMISTA
Un economista canadiense presenta una nueva teoria económica con eje en el crecimiento basado en la energía del ocio que repercute en distintos países y genera un gran entusiasmo.
En los países donde se adopta, nadie hace nada y la economía no para de crecer de manera exponencial. Los demás caen en cesación de pagos pese a que todos trabajan día y noche sin descanso.
El economista viaja por esos países explicándoles que la solución es no hacer nada pero nadie lo comprende y los países se hunden cada vez más en la miseria.


LA RATA
En una mansión, una familia compuesta por un matrimonio y cinco hijos se ve convulsionada por la presencia de una rata. Unos días tras ponerle cebos, la rata aparece muerta a punto de parir.
Luego contratan un jardinero para el mantenimiento de la flora de la mansión.
Uno tras otro, los niños comienzan a morir y los médicos no encuentran respuesta a estas extrañas muertes.
El asesino es el jardinero que es la rata reencarnada que busca venganza envenenando a la familia que la mató.
Finalmente, todos mueren, el jardinero hereda la mansión y forma una familia con la que viven felices muchos años.

Después del té

-Es la hora del té. -repite Mamá Lindsy.

-¿Qué hora es??? -pregunta Mamá Lindsy con una amplia sonrisa.

Y todos los niños responden en coro:
¡LA HORA DEL TÉ!

Mamá Lindsy sirve las cuatro tacitas. La tetera es de porcelana pero no se ve.

Mamá Lindsy sirve dos galletitas de agua por cada niño.

Los niños beben el té, felices.

-Y ahora…¡La siesta!
-¡Síiiii!

Los niños se recuestan. Mamá Lindsy los cubre, uno por uno, baja las luces, cierra las cortinas.

Se duermen rápido.

Mientras los niños duermen, el dios sin nombre que habita en Mamá Lindsy vigila y les cuida el sueño para que no se llenen de monstruos.

EL CLUB DE LOS ESCRITORES FRUSTRADOS



El ambiente en el tercer piso de Santos Lugares estaba infestado de olor a tabaco rancio y vino barato. Los doce apóstoles de la literatura estaban reunidos, como cada sábado, en torno a un tema en común.  Distribuído a lo largo de la mesa de trece metros había bowls con maní y aceitunas, botellas de vino sin abrir, vasos a media luz, un par de sacacorchos, ceniceros por doquier, servilletas.

-No puedo entender cómo es que siguen leyendo a esta basura -dijo Obdulio alargando la ese- de tipo. No lo deben haber escuchado hablar nunca.
-Yo tengo veintisiete libros publicados y la última vez que vendí un ejemplar fue antes de la pandemia. -dijo Locke Ohmía cabizbajo- Si ni siquiera un escritor como Borges pudo vivir de la literatura, de las regalías de los libros, no veo por qué iba yo a tener mejor suerte.

Ruiz Chafón, que vestía un saco rojo, descorchó un vino y sirvió dos vasos. La luz amarillenta de la sala se confundía con el humo.

-Yo por mi parte ya publiqué en Facebook, en Twitter, en Instagram, en Telegram, en Amazon y en la concha de mi madre y no entusiasma ni a una mortaja. -indicó Justo José de Urrutia palpándose la calva cabeza.
-En mi novela «Un celíaco en una panadería» podés encontrar datos sobre el entusiasmo y el bajón, en el que trazo un paralelismo entre la enfermedad y la escritura. -dijo Nicolás Gagal, levantando un ejemplar de su novela.
-Nosotros discutimos asuntos que al lector no le interesan. Nadie puede competir con un pegadizo estribillo que comienza con: ¡Le mandamos cumbia, perra! -señaló Ruiz Chafón.
-En mi novela «Un celíaco en una panadería» podés encontrar un paralelismo entre la cumbia y la literatura que te ofrece un amplio espectro de lo que ocurre con los lectores en la actualidad.-dijo Nicolás Gagal, levantando un ejemplar de su novela.
-A mí no me lee nadie. El tono plano de las redes sociales le quitó profundidad a cualquier literatura. -dijo Emerson Fit i Paldi- Es lamentable.
-A mí sí me leen, pero por los comentarios, me doy cuenta que nadie entiende nada de lo que digo y eso me genera una frustración que para qué les cuento. -dijo Obdulio tragándose el humo.

Nat Kin Cold propuso un brindis por los literatos reunidos pero los demás lo rechazaron.
-Mi idea era desterrar ideas, escribo para pulir la memoria, -dijo Néstor Ernesto Tornes- pero hasta ahora no he logrado más que multiplicar las interpretaciones.

Emerson Like und Palmer se sirvió un vaso de vino y señaló:
-Mi frustración pasa por haberle dicho a medio mundo que soy escritor y, ahora, hace 3 años y 5 meses que no logro escribir dos líneas seguidas.
-La inspiración es una prostituta que a veces cobra muy caro. -enfatizó Locke Ohmía.
-Bueno, si entre nosotros hubiese algún erudito seríamos reconocidos y gozaríamos del amor de la gente. -dijo Nat Kin Cold.
-Querer a la gente es una debilidad intelectual.
-En mi novela «Un celíaco en una panadería» podés encontrar un paralelismo entre el amor a la gente y el amor a las masas finas.-dijo Nicolás Gagal, levantando un ejemplar de su novela.

Sotelo comía aceitunas en silencio en una punta de la larga mesa.
-El problema es que lo que nosotros hacemos no deja de ser entretenimiento en un parque de diversiones que llamamos mundo. -dijo Obdulio.
-¿Pero por qué no me leen si lo que hago es bueno, comparado con otras cosas de mala calidad que circulan por todos lados? -se preguntó Emerson Fit i Paldi.
-Tu problema no es literario. Vos desconocés las leyes básicas de la vida. La gente se mueve por interés y lo que venís escribiendo no le interesa a nadie. Vos tenés que suscitar interés de algún modo, sino estás al horno con papas. El que es interesante escribe cosas interesantes. -replicó Emerson Like und Palmer.

-La literatura, lejos de ser matemática, pasó de moda. -dijo Esperico abrochándose la camisa.

Los vahos etílicos perfumaban el tercer piso.
-Lo que yo quiero es enseñar lo que sé y para eso me adiestro en el mundo de las letras.
-La gente ya sabe todo, y el que no sabe le pregunta a Google o a un chatbot, no a un pelagato como vos. Si vos querés enseñar hacete profesor. -le replicó Ferraín acomodándose el miembro.
-Yo busco la excelencia.-dijo Néstor Ernesto Tornes- Ese es mi juego, y hasta conseguirla me sentiré frustrado, por ahora son intentos, zarpazos de fiera enjaulada.
-Yo no soy un literato,-abrió fuego Esperico- mi juego se llama hacer feliz a la gente. Aunque a veces me dicen que lo que escribo los entristece y ahí me dan ganas de matarme.
-Y matate, capaz que a más de uno lo hace feliz.
-Pasa que ustedes no leen nada y entonces no pueden tener un panorama de lo que puede llegar a gustar y de lo que resulta un bodrio. -dijo Emerson Like und Palmer frotándose la barba.
-Yo ya leí, lo que quiero es que me lean a mí. -dijo Emerson Fit i Paldi.
-Vos hablás como si fueras un pergamino de la Edad Media que revela secretos íntimos del cosmos y capaz que sos ininteligible y no te das cuenta.

Las cáscaras de maní embadurnaban la mesa y el piso. Los carozos de aceitunas rodaban como canicas.
-¿Por qué no hay minas? Esto parece un club de huevones.
-Las mujeres no se frustran, las mujeres facturan.
-La vida ya es bastante una mierda como para tener encima que leerla.
-Bueno, si la vida es una mierda no sé qué mierda estamos haciendo acá.-señaló Ferraín con una mano golpeando la mesa mientras con la otra se reacomodaba el miembro.

Nicolás Gagal se puso de pie enfurecido:
-Acá nadie escucha a nadie, al final ¿Estamos para ayudarnos y darnos ánimo o para caer en desgracias compartidas como todo el mundo? Si no se ofenden, yo me voy.

Recogió los ejemplares de su novela y se marchó.
-¡Llevate el paraguas! -le gritó Justo José de Urrutia.
-Somos bobinas de memoria.
-Callate, bobo.
-Somos un fracaso.
-¿Quién? ¿Vos?
-Mejor tendríamos que llamarnos el Club de las Perogrulladas.

Por la puerta ingresó un joven con unos manuscritos en la mano.
-Disculpen, ¿Este es el Club de los Escritores Fracasados?
-No, este es el Club de los Escritores Frustrados.-indicó Obdulio agitando un dedo- El Club de los Escritores Fracasados es el piso de arriba.
-Ah, gracias. -dijo el joven y cerró la puerta.

EL MUNDO SIN MÍ



-Cada tanto, me traga la Tierra y caigo en el abismo de sus fauces. Tras unas horas de terror y sombras, la Tierra me regurgita y me encuentro en la normalidad de la vida. Todo funciona, mal que mal. Es entonces cuando me pregunto dónde había estado todo ese tiempo.
-¿De qué me estás hablando, Charly? -preguntó Nito.
-Es un poco la manera en la que comprendo la depresión, sin tecnicismo, sin neurociencias, una manera poética de expresar los calambres en el alma que todos en mayor o menor medida hemos atravesado, a los que sucumbimos cuando la vida nos pasa por encima como una pandemia.

Sentados en las rocas, observaban el mar. El sol poniéndose en el horizonte pintaba de ocre las nubes.

-Yo entiendo que ya todo se ha dicho, pero hay un goce carnal en decir las cosas de otra manera. ¿Vos cómo explicás tu sonambulismo sin estridencias?
-Y…mirá, siempre quedan cosas por hacer, el día es una limitación que acorta las posibilidades, por eso lo que hago durmiendo no tiene el tinte de la moralidad ni tengo que discernir entre si lo que hago está bien o mal ni que cargar con el peso de la mirada o el juicio ajeno. Lo veo un poco por ese lado, es vigilia dormida, así como la vigilia es un sueño despierto, y en mi estructura psíquica a veces se confunden… -Nito hizo una pausa para recobrar el aliento- hiperkinesia post-postración. Los días que pasé en cama sólo pensaba en todo lo que quería hacer y esa postergación indefinida se acumuló como energía que siempre busca un canal para fluir

Los pescadores recogían las líneas, algunos con grandes corvinas. Otros encarnaban el anzuelo y volvían a tirar. El silencio de la costa era su aliado, además de lo terapéutico que siempre resulta cuando el mundo se agita.

A lo lejos, amarrada en el puerto, se observaba la Fragata Libertad, emblema de la Armada Nacional. Del otro lado, un carguero mar adentro.

Y ahí se concentra la vida como una totalidad entregada a sus partes. El mar, el puerto, los pescadores, los buques, el ocaso, y del otro lado el mar, el puerto, los pescadores, los buques, el crepúsculo.