Me estaba yendo

Estaba observando a una vieja que se caía a pedazos, y con los últimos retazos de energía barría la vereda. Siempre es más fácil ocuparse de sacar la mugre de las cosas que de la cultura. Seguí caminando en dirección al almacén Benito. La basura en los canastos desbordaba las cajas y las bolsas, y las moscas se hacían un festín. Me pareció que los automovilistas andaban como locos, tocando bocinazos, frenando de repente hasta chirriar los neumáticos, peleándose por pasar primero para ir a mirar televisión, pero después me di cuenta que es normal, que la locura y el volante muchas veces maridan.

Ya en el almacén Benito tuve que esperar que atiendan a un par de clientes antes que a mí, y mientras tanto escuchaba las conversaciones:

-¿Qué se lo ofrece señor?
-Ando buscando un poco de calidad de vida.
-¿Cuánto le pongo?
-Con un kilo vamos a andar bien.
-¡Con mucho gusto!
-Discúlpeme, ¿con menos gusto es más barato?
-Depende…

Compré gatorade y me fui. En el camino a la terminal iba recordando de la atención que me dieron cuando me diagnosticaron otitis tras la internación, que en el Centro Audiológico todos sabían que si el mundo tenía millones de años, Dios era más viejo que Matusalén, y que con los años llegan los achaques y el deterioro, por lo que ya no debía escuchar ni siquiera la voz de Su consciencia. Entonces les recomendaban enviarle algún correo electrónico en vez de rezarle, aunque consultándolo con el doctor Sambaci, oftalmólogo, desconfiaban también de Su salud visual. Pero de todos modos alguna secretaria que manejase Su correspondencia podría hacer algo por ellos, aunque desde ya que ningún milagro estaba contemplado, salvo los reservados a Su Alteza.
No obstante, escuché a la foniatra que dirige el Centro, cuando entraba en confianza, que les recomendaba que era preferible irse al Bingo: -Con dinero todo se compra.-les decía.

No sé si las cosas son así. Ni siquiera sé cómo son las cosas. Cuestión que las cosas están carísimas y mis últimos pesos ya eran excremento como decía el presidente, pero no lo digo despectivamente sino que en el camino a la terminal compré papel higiénico y le di uso en el baño, que nunca tiene.

Esperé el micro sentado en un banco que me hacía doler los huesos. En el entremés, me puse a pispear publicaciones en instagram. Abordé y el chofer me preguntó a dónde iba.
-Al carajo.-le indiqué- Está ahí en el boleto.

El chofer cotejó el boleto y lo pudo corroborar. Me estaba yendo al carajo. Me acomodé en el asiento que daba al pasillo y me puse a ver la película que pasaban. Ya estaba anocheciendo y me quedé dormido. Soñaba que estaba comprando en el almacén Benito y atrás tenía a un tipo que escuchaba la conversación.

-¿Cuánto está? -le pregunté por un alfajor.
Me dijo tanto y le respondí que estaba carísimo, que se lo meta en el culo.
-¿¡Por qué no te vas al carajo!? -me dijo.
-¡Con mucho gusto! -le respondí.

Me desperté y ya estaba en destino.
                    

2 comentarios en “Me estaba yendo

Comente ad honorem